Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Vol. 6 No. 10.1
Edición Especial UNEMI 2025
Página 270
EL PAPEL DE LAS ACTIVIDADES FÍSICAS Y DEPORTIVAS EN LA MEJORA DEL
COMPORTAMIENTO DE ESTUDIANTES CON TDA
THE ROLE OF PHYSICAL AND SPORTS ACTIVITIES IN IMPROVING THE BEHAVIOR
OF STUDENTS WITH ADD
Autores: ¹Kimberly Delia Paredes Berliner,
2
Limber Antonio Intriago Briones,
3
Ivon Carolina
Tello Muñoz y
4
Luis Antonio Lucas Guadamud.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0009-0009-4413-2084
²ORCID ID: https://orcid.org/0009-0005-9676-4295
3
ORCID ID: https://orcid.org/0009-0001-2440-5569
4
ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-7334-2509
¹E-mail de contacto: kparedesb2@unemi.edu.ec
²E-mail de contacto: lintriagob@unemi.edu.ec
³E-mail de contacto: itellom2@unemi.edu.ec
4
E-mail de contacto: llucasg@unemi.edu.ec
Afiliación:
1*2*3*4*
Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
Artículo recibido: 27 de Octubre del 2025
Artículo revisado: 29 de Octubre del 2025
Artículo aprobado: 3 de Noviembre del 2025
¹
Tecnóloga Superior en Administración de Talento Humano. Estudiante de Octavo semestre de la carrera de Educación Básica en línea
de la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
²Estudiante de Octavo semestre de la carrera de Educación Básica en línea de la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
³Estudiante de Octavo semestre de la carrera de Educación Básica en línea de la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
4
Docente Universitario de la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador). Licenciado en Educación Física, Deportes y Recreación. Magíster
en Entrenamiento Deportivo. Doctorando en Ciencias de la Educación con énfasis en Pedagogía de la Universidad de Panamá, (Panamá).
Autor y coautor de artículos científicos de alto impacto en Scopus y Latindex, ponente nacional e internacional referente a temas
relevantes, tutor de artículo científico en estudiante de pregrado y posgrado.
Resumen
El Trastorno por Déficit de Atención (TDA)
afecta negativamente el comportamiento
escolar, creando dificultades en la atención,
impulsividad e hiperactividad, lo que impacta
el rendimiento académico y las interacciones
sociales. Este estudio analizó la influencia de
las actividades físicas y deportivas en la mejora
del comportamiento de estudiantes de tercer
grado con TDA durante el año lectivo 2025-
2026. Se empleó un enfoque cuantitativo con
una lista de cotejo compuesta por 30 preguntas,
utilizando una escala ordinal (siempre, a veces,
nunca) para evaluar la agresividad,
desobediencia y perturbación en 10 estudiantes
seleccionados aleatoriamente. Los resultados
mostraron que el 36.8% de los estudiantes
indicó que las actividades físicas tenían un
impacto “siempre” en la reducción de la
agresividad, y el 43.2% reportó una mejora
constante en la desobediencia. En cuanto a los
comportamientos disruptivos, un 43.6%
percibió una mejora significativa. Sin embargo,
un porcentaje considerable de estudiantes
indicó que los efectos fueron solo “a veces” o
“nunca”, lo que sugiere que la motivación y el
contexto emocional juegan un papel crucial. En
conclusión, las actividades físicas contribuyen
positivamente a la regulación emocional, el
autocontrol y la mejora en el comportamiento
de los estudiantes con TDA, pero la efectividad
depende de factores individuales, como la
disposición personal y el entorno. Por lo tanto,
es esencial un enfoque integral que combine
ejercicio físico, apoyo emocional y estrategias
pedagógicas adaptadas a las necesidades
específicas de cada estudiante.
Palabras clave: Trastorno por Déficit de
Atención, Actividades físicas, Conducta,
Comportamiento.
Abstract
Attention Deficit Disorder (ADD) negatively
impacts school behavior, creating difficulties in
attention, impulsivity, and hyperactivity, which
affects academic performance and social
interactions. This study analyzed the influence
of physical activities and sports on improving
the behavior of third-grade students with ADD
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during the 2025-2026 school year. A
quantitative approach was used with a checklist
consisting of 30 questions, utilizing an ordinal
scale (always, sometimes, never) to assess
aggression, disobedience, and disruption in 10
randomly selected students. The results showed
that 36.8% of the students indicated that
physical activities had an "always" impact on
reducing aggression, and 43.2% reported
consistent improvement in disobedience.
Regarding disruptive behaviors, 43.6%
perceived significant improvement. However,
a considerable percentage of students indicated
that the effects were only "sometimes" or
"never," suggesting that motivation and
emotional context play a crucial role. In
conclusion, physical activities contribute
positively to emotional regulation, self-control,
and improved behavior in students with ADD,
but their effectiveness depends on individual
factors, such as personal disposition and
environment. Therefore, an integrated
approach that combines physical exercise,
emotional support, and pedagogical strategies
tailored to the specific needs of each student is
essential.
Keywords: Attention Deficit Disorder,
Physical activities, Conduct, Behaviour.
Sumário
O Transtorno de Déficit de Atenção (TDA)
afeta negativamente o comportamento escolar,
criando dificuldades na atenção, impulsividade
e hiperatividade, o que impacta o desempenho
acadêmico e as interações sociais. Este estudo
analisou a influência das atividades físicas e
esportivas na melhoria do comportamento de
alunos do terceiro ano com TDA durante o ano
letivo de 2025-2026. Foi utilizada uma
abordagem quantitativa com uma lista de
verificação composta por 30 questões,
utilizando uma escala ordinal (sempre, às vezes,
nunca) para avaliar a agressividade,
desobediência e distúrbios em 10 alunos
selecionados aleatoriamente. Os resultados
mostraram que 36,8% dos alunos indicaram que
as atividades físicas tiveram um impacto
"sempre" na redução da agressividade, e 43,2%
relataram uma melhoria constante na
desobediência. Quanto aos comportamentos
disruptivos, 43,6% perceberam uma melhoria
significativa. No entanto, uma porcentagem
considerável de alunos indicou que os efeitos
foram apenas "às vezes" ou "nunca", o que
sugere que a motivação e o contexto emocional
desempenham um papel crucial. Em conclusão,
as atividades físicas contribuem positivamente
para a regulação emocional, autocontrole e
melhoria do comportamento dos alunos com
TDA, mas a eficácia depende de fatores
individuais, como disposição pessoal e
ambiente. Portanto, é essencial uma abordagem
integrada que combine exercício físico, apoio
emocional e estratégias pedagógicas adaptadas
às necessidades específicas de cada aluno.
Palavras-chave: Transtorno de Déficit de
Atenção, Atividades físicas, Quantitativo,
Lista de verificação, Integrado.
Introducción
El Trastorno por Déficit de Atención (TDA) se
caracteriza por dificultades en la atención
sostenida, comportamientos impulsivos y/o
hiperactividad que impactan negativamente el
comportamiento escolar, afectando el
rendimiento académico y las interacciones
sociales. Estos problemas conductuales, como
la interrupción de clases, la falta de autocontrol
y los conflictos interpersonales, se manifiestan
a niveles macro, meso y micro, agravándose por
la falta de intervenciones como actividades
físicas y deportivas (Faraone et al., 2021). A
nivel Macro en Alemania, de acuerdo a un
estudio de Faraone et al. (2021), los niños con
Trastorno por ficit de Atención (TDA)
presentan comportamientos disruptivos que
afectan significativamente su rendimiento
escolar y su interacción social. La impulsividad
se manifiesta en un 30-40% de los casos
diagnosticados, lo que resulta en acciones como
interrumpir las clases o actuar sin pensar. Este
comportamiento impulsa a los niños a
involucrarse en situaciones conflictivas con sus
compañeros y profesores. Además, un 30% de
estos niños enfrentan dificultades para
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mantenerse sentados, lo que agrava aún más los
problemas de convivencia escolar. La
hiperactividad es una de las características más
comunes de TDA, lo que lleva a una constante
desorganización tanto en el aula como en el
hogar, creando un ambiente de tensión que
dificulta el aprendizaje y la integración social de
los niños. Por lo tanto, estos factores
combinados generan un entorno educativo
desafiante que requiere intervenciones
especializadas para mejorar la situación.
Mientras que, en Reino Unido, el estudio de
Sayal et al. (2024), reporta que un alto
porcentaje de niños con TDA, específicamente
un 30-40%, experimenta dificultades para
controlar sus emociones, lo que genera
conflictos frecuentes con sus compañeros y
docentes. Como consecuencia, estos conflictos
afectan la dinámica del aula, creando un
ambiente de tensión que obstaculiza el proceso
de enseñanza-aprendizaje. La hiperactividad
también es un factor disruptivo, ya que
interrumpe las actividades escolares en un 35%
de los casos, haciendo que los niños no puedan
mantenerse concentrados en las tareas por
periodos prolongados. Esto, a su vez, afecta la
relación con sus compañeros, creando un
ambiente poco propicio para el aprendizaje y el
desarrollo social. Así que, es evidente que el
manejo de las emociones y la hiperactividad son
esenciales para reducir los conflictos y mejorar
el entorno escolar. Finalmente, en España, el
estudio de Thapar et al. (2021) indica que un
25% de los niños con TDA presentan
desobediencia a las reglas escolares, lo que se
traduce en ignorar instrucciones dadas por los
docentes y no seguir las normas establecidas en
el aula. Este comportamiento desafiante,
contribuye a un entorno escolar más difícil de
manejar, tanto para los profesores como para los
demás estudiantes. Además, entre el 20% y el
25% de los niños con TDA enfrenta problemas
de inatención que afectan su rendimiento en
tareas diarias y escolares. Dado que la falta de
concentración y la tendencia a perderse en
pensamientos o distracciones son comunes en
estos niños, esto dificulta aún más su
integración en el sistema educativo y su
capacidad para seguir el ritmo de las actividades
escolares. En consecuencia, estos problemas
conductuales no solo afectan el aprendizaje
individual de los niños, sino que también
pueden generar una mayor desconexión con sus
compañeros y profesores, creando un ambiente
escolar desafiante.
A nivel meso en Ecuador en la ciudad de
Guayaquil, un estudio de Gómez et al. (2023),
menciona que un 6% de los estudiantes
presentan problemas relacionados con el
Trastorno por Déficit de Atención (TDA),
exhibiendo comportamientos disruptivos como
hiperactividad, que interrumpe clases en un 25-
30% de las actividades escolares, mediante
acciones como levantarse sin permiso o hablar
fuera de turno. Además, muestran actitudes
desafiantes, como discutir con maestros o
provocar conflictos con compañeros, lo que
genera interrupciones diarias en un 20% de las
sesiones. Por lo tanto, estos comportamientos
crean un ambiente de enseñanza más difícil,
tanto para los educadores como para los
compañeros de los estudiantes, y requieren de
intervenciones específicas para mitigar su
impacto. De manera similar, en Cuenca, un
estudio de Pérez et al. (2022), reporta que un
5.5% de los estudiantes muestran problemas
asociados con TDA, manifestando
comportamientos disruptivos como
hiperactividad que interrumpe entre un 22-28%
de las actividades escolares, con movimientos
constantes o interrupciones verbales. Además,
presentan actitudes desafiantes, como ignorar
instrucciones o generar roces con compañeros,
lo que afecta un 18% de las sesiones diarias. Lo
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que empeora esta situación es el hacinamiento
en aulas, que incrementa la impulsividad en un
15-20% respecto a contextos menos densos,
creando una mayor dificultad para mantener la
concentración y el control en el aula. En
consecuencia, es fundamental considerar el
entorno físico como un factor determinante en
la regulación del comportamiento de estos
estudiantes.
Por otro lado, en Ambato, un estudio de
Martínez y Torres (2024), señala que un 5.8%
de los estudiantes presentan problemas
relacionados con TDA, mostrando
comportamientos disruptivos como
hiperactividad que provoca interrupciones
físicas o verbales en un 24-29% de las clases.
Además, la desobediencia y los conflictos
interpersonales impactan un 19% de las
interacciones diarias, intensificados por el ruido
urbano que eleva los incidentes disruptivos en
un 18% en comparación con áreas más
silenciosas. Así que, el contexto ambiental y las
condiciones sociales juegan un papel crucial en
la manifestación y manejo de estos
comportamientos, requiriendo estrategias que
no solo aborden el TDA, sino también el
entorno en el que los estudiantes se desarrollan.
A nivel micro en la escuela Alexander
Fersaman, durante el año lectivo 2025-2026, los
estudiantes de tercer grado con TDA muestran
comportamientos disruptivos que afectan el
aula, como inatención manifestada en olvidar
instrucciones o distraerse fácilmente, lo que
interrumpe actividades como leer o resolver
problemas matemáticos. La hiperactividad se
observa en acciones como levantarse sin
permiso o manipular objetos de otros,
generando conflictos menores con compañeros
que alteran la dinámica grupal.
Por consiguiente, la impulsividad se refleja en
hablar sin turno o interrumpir a otros,
provocando roces sociales que reducen la
participación en actividades grupales. Estos
comportamientos demandan una atención
excesiva de los docentes, afectando al resto del
grupo y creando un ambiente de desorden en
clase. Sin intervenciones como actividades
físicas, estos problemas de comportamiento
podrían persistir, comprometiendo el desarrollo
académico y social de los estudiantes. En
relación con la fundamentación teórica,
específicamente en la conceptualización de la
variable independiente. De acuerdo con
Caspersen et al. (2021), las actividades físicas y
deportivas se definen como cualquier
movimiento corporal producido por los
músculos esqueléticos que resulta en un gasto
de energía mayor al reposo, incluyendo tanto
ejercicios planificados y estructurados como
deportes competitivos, con énfasis en su rol
para mejorar la salud cardiovascular y reducir el
sedentarismo en poblaciones adultas. Por otro
lado, Bull et al. (2021), las actividades físicas y
deportivas representan un conjunto de
comportamientos que involucran movimiento
corporal intencional para lograr beneficios en la
salud, abarcando desde rutinas aeróbicas hasta
prácticas deportivas recreativas, y destacando
su importancia para contrarrestar los efectos
negativos del comportamiento sedentario en la
población global, como se detalla en las
directrices de la OMS.
Mientras que Dempsey et al. (2021), las
actividades físicas y deportivas se
conceptualizan como intervenciones
estructuradas que promueven el movimiento
corporal moderado a vigoroso, integrando
aspectos deportivos para fomentar la adherencia
y los beneficios a largo plazo en la salud
metabólica, con recomendaciones para futuras
investigaciones en entornos diversos. De
acuerdo con el modelo teórico de la variable
actividades físicas y deportivas propuesto por
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Ordóñez y Heredia (2021), esta se estructura en
torno a las dimensiones biológica, personal y
sociocultural. En primer lugar, la dimensión
biológica se enfoca en los efectos de las
actividades físicas en la salud y el bienestar
físico. A continuación, la dimensión personal
aborda el impacto que estas actividades tienen
en el desarrollo individual, particularmente en
aspectos como la autoestima y el bienestar
emocional. En el contexto de las dimensiones,
la dimensión sociocultural analiza cómo las
actividades físicas y deportivas se desarrollan
dentro de un contexto social y cultural,
influenciando las interacciones y relaciones
entre las personas. Estas tres dimensiones
interrelacionadas permiten una comprensión
más amplia de cómo las actividades físicas y
deportivas influyen en diferentes aspectos de la
vida de los individuos.
De manera similar Buitelaar et al. (2021), la
dimensión biológica se refiere a los procesos
neurobiológicos y fisiológicos que subyacen a
los síntomas de hiperactividad, impulsividad e
inatención, influenciados por factores como la
desregulación dopaminérgica y las respuestas al
estrés ambiental, que impactan el
comportamiento en entornos escolares. Estos
procesos biológicos afectan la capacidad de los
niños para regular sus emociones y
comportamientos, lo que puede llevar a
dificultades en el aula, como la interrupción
constante de las actividades y la incapacidad
para mantener la atención durante períodos
prolongados. Sayal et al. (2024), definen la
dimensión personal como las características
individuales de autorregulación emocional y
conductual, donde los estudiantes exhiben
dificultades en el control de impulsos y el
cumplimiento de normas, afectando su
desempeño académico y su interacción con el
entorno educativo. Esta falta de autorregulación
puede llevar a una mayor tendencia a
interrumpir el flujo de las clases, dificultando
no solo su propio aprendizaje, sino también el
de sus compañeros. Además, la incapacidad
para manejar sus emociones y comportamientos
de manera adecuada en el aula crea un ambiente
de tensión que afecta la relación con los
docentes y con otros estudiantes, limitando su
capacidad para establecer interacciones sociales
saludables y productivas en el contexto escolar.
De igual forma Carriazo (2024), describe la
dimensión sociocultural como el conjunto de
influencias del entorno social y cultural,
incluyendo dinámicas escolares y factores como
hacinamiento o falta de recursos, que exacerban
los comportamientos disruptivos y dificultan la
convivencia en aulas de regiones con
limitaciones socioeconómicas. Estas
condiciones ambientales, como la falta de
espacio físico adecuado o la escasez de
materiales educativos, contribuyen a un
aumento de la impulsividad y la
desorganización en el aula. Además, el estrés y
la presión derivados de un entorno
socioeconómico desfavorecido pueden
intensificar los síntomas del TDA, creando una
atmósfera más tensa que dificulta tanto el
aprendizaje como las interacciones positivas
entre los estudiantes y los docentes. En relación
con las teorías sustantivas que respaldan el
estudio Magill y Anderson (2021) mencionan
que la teoría del aprendizaje motor propuesta
por Fitts y Posner (1967) establece que el
desarrollo de habilidades motoras ocurre en tres
fases secuenciales: cognitiva, asociativa y
autónoma. En la fase cognitiva, los estudiantes
con TDA aprenden los fundamentos de un
movimiento, como lanzar una pelota, mediante
instrucciones explícitas y ensayo consciente, lo
que requiere alta concentración y un esfuerzo
cognitivo significativo. Durante esta etapa, los
estudiantes necesitan un enfoque constante para
comprender las bases de la tarea y corregir sus
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errores. En la fase asociativa, la práctica
repetitiva y la retroalimentación son clave para
refinar las habilidades motoras.
A medida que los estudiantes reciben
retroalimentación y realizan más intentos, los
errores se reducen y las habilidades se vuelven
más fluidas. Finalmente, en la fase autónoma,
los movimientos se vuelven automáticos,
demandando menos esfuerzo cognitivo y
permitiendo que los estudiantes realicen la tarea
con mayor precisión y menos concentración
consciente. Este proceso secuencial facilita el
dominio de las habilidades motoras, incluso en
estudiantes con TDA, siempre que se
proporcione la estructura y el apoyo adecuados
en cada fase. De manera similar Weinberg y
Gould (2023), explican que la Teoría del
Autocontrol propuesta por Bandura (1986),
subraya la importancia de la autoeficacia,
definida como la creencia en la capacidad
propia para realizar tareas específicas, como un
factor determinante en el rendimiento
deportivo. Para estudiantes con TDA, participar
en actividades físicas y deportivas puede
fortalecer esta autoeficacia al experimentar
éxitos progresivos en tareas físicas, como
dominar una técnica deportiva. Este proceso no
solo incrementa la confianza, sino también la
motivación y el autocontrol, lo que puede
traducirse en una reducción de
comportamientos disruptivos, como la
impulsividad o la desobediencia. Al
proporcionar un entorno estructurado y de
retroalimentación positiva, los estudiantes
tienen la oportunidad de canalizar su energía de
manera positiva, mejorando su capacidad para
concentrarse y colaborar en el aula. En
consecuencia, las actividades físicas y
deportivas sirven como una herramienta clave
para ayudar a los estudiantes con TDA a
gestionar sus impulsos, mejorar su desempeño
académico y fomentar una mejor interacción
con sus compañeros y docentes.
De la misma forma, Teixeira et al. (2021)
mencionan que la Teoría de la
Autodeterminación, propuesta por Deci y Ryan
(1985), postula que la motivación intrínseca,
derivada de satisfacer las necesidades
psicológicas de autonomía, competencia y
relación, es fundamental para el rendimiento en
actividades físicas y deportivas. Según esta
teoría, cuando las personas sienten que tienen
control sobre sus decisiones (autonomía), que
son competentes en lo que hacen (competencia)
y que están conectados con los demás
(relación), experimentan una motivación más
profunda y sostenida, lo que se traduce en una
mayor implicación en las actividades que
realizan. En el contexto de las actividades
deportivas, esto significa que las actividades
que fomentan la autonomía (como elegir roles
en un juego), la competencia (como alcanzar
metas deportivas) y la relación (como trabajar
en equipo) pueden reducir la impulsividad y las
conductas oposicionistas al promover un
sentido de pertenencia y logro. Esto, a su vez,
crea un ambiente más positivo en el que los
estudiantes pueden canalizar su energía de
manera constructiva. Este enfoque es
especialmente relevante en contextos escolares,
donde la satisfacción de estas necesidades
psicológicas no solo mejora el rendimiento
físico, sino también la interacción social,
disminuye comportamientos perturbadores y
fortalece la convivencia en el aula, apoyando el
desarrollo emocional y social de los estudiantes.
En relación con la conceptualización de la
variable dependiente Simons (2021), expone
que el comportamiento se define como el
proceso conductual mediante el cual los
individuos moldean sus experiencias a través de
la planificación y la acción exitosa, compuesto
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por la intención conductual y la acción
conductual, influida por la identidad personal y
la resiliencia. Mientras que Peiró (2021), aduce
que el comportamiento humano se refiere a la
manera en que las personas actúan de ciertas
formas específicas en diferentes situaciones,
considerando factores como pensamientos,
emociones y contextos vitales, con el fin de
entender y modificar conductas para promover
el bienestar. De igual forma Bautista et al.
(2022), explica que el comportamiento es la
manifestación observable de la conducta de un
sujeto en interacción con su entorno, estudiado
por la psicología como un fenómeno social y
biológico que incluye respuestas a estímulos
internos y externos, diferenciándose de la
conducta pura por su componente social
inherente al ser humano. Esta investigación se
fundamenta en el modelo teórico propuesto por
Gómez y Narváez (2022), el cual identifica tres
dimensiones clave del comportamiento en
estudiantes con Trastorno por Déficit de
Atención (TDA): agresividad, desobediencia de
las normas y perturbación del ambiente de
clase. Estas dimensiones son fundamentales
para comprender los desafíos conductuales a los
que se enfrentan los estudiantes con TDA en el
ámbito escolar.
La agresividad, manifestada en
comportamientos como impulsos agresivos
hacia compañeros o docentes, puede generar
conflictos y dificultar la convivencia en el aula.
La desobediencia de las normas, por su parte, se
traduce en la incapacidad de seguir las reglas
establecidas, lo que afecta la organización del
aula y el aprendizaje de todos los estudiantes.
Finalmente, la perturbación del ambiente de
clase se refiere a los comportamientos
disruptivos que interrumpen el flujo normal de
la enseñanza, afectando el rendimiento
académico tanto del estudiante con TDA como
de sus compañeros. De igual forma Marques et
al. (2024), expone que la agresividad se
conceptualiza como un comportamiento
impulsivo reactivo, atribuible a la desregulación
emocional, que contribuye a la coocurrencia de
problemas externalizantes y se manifiesta en
respuestas hostiles o físicas ante estímulos
provocadores, exacerbando los síntomas del
trastorno esta tendencia agresiva no solo
interfiere con la interacción social, sino que
también aumenta la dificultad para que se
adapten a las normas escolares, lo que puede
afectar su rendimiento académico y su relación
con los demás. Por otro lado, Retz et al. (2021),
la desobediencia de las normas en individuos se
define como un patrón persistente de conductas
antisociales y delictivas a lo largo del ciclo vital,
incluyendo la violación intencional de reglas
sociales y escolares, que se asocia con
comorbilidades como trastornos de conducta y
persiste desde la infancia hasta la adultez. Este
patrón de comportamiento puede tener
consecuencias a largo plazo, ya que afecta no
solo la adaptación al entorno escolar y social,
sino también la capacidad de formar relaciones
saludables y productivas, además, la
desobediencia de las normas se correlaciona
con la aparición de problemas psicológicos y
emocionales, lo que puede dificultar la
integración en la sociedad y el desarrollo de una
vida adulta estable y funcional.
Según Staff et al. (2023), el comportamiento
perturbador del ambiente de clase en niños se
describe como acciones disruptivas que alteran
la dinámica grupal y el proceso de enseñanza-
aprendizaje, tales como interrupciones verbales,
movimientos excesivos o falta de adherencia a
rutinas escolares, que generan mayor entropía
percibida y estrés en los docentes estas
conductas no solo afectan la concentración y el
rendimiento de los demás estudiantes, sino que
también incrementan la dificultad para
mantener un entorno educativo organizado, en
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la cual las autoridades enfrentan un desafío
adicional al tratar de gestionar estas conductas,
lo que puede generar un ambiente de aula más
tenso y menos propicio para el aprendizaje de
todos los involucrados. En relación con las
teorías sustantivas que respaldan el estudio,
Schunk y DiBenedetto (2021), mencionan que
la Teoría del Condicionamiento Operante
propuesta por Skinner (1938) establece que el
comportamiento es moldeado por las
consecuencias que lo siguen. Según esta teoría,
los refuerzos, ya sean positivos o negativos,
aumentan la probabilidad de que una conducta
se repita, mientras que los castigos buscan
disminuirla. El refuerzo positivo, como
recompensas o elogios, fortalece las conductas
deseadas, mientras que el refuerzo negativo
elimina una consecuencia desagradable para
fomentar la repetición de una acción.
En el contexto de los estudiantes con Trastorno
por Déficit de Atención (TDA), esta teoría
resulta útil para diseñar intervenciones que
refuercen comportamientos positivos, como la
participación en actividades físicas o el
cumplimiento de normas, y reduzcan conductas
disruptivas, como la agresividad o la
desobediencia. Al aplicar este enfoque en el
entorno escolar, los docentes pueden crear un
sistema de recompensas que motive a los
estudiantes a participar activamente en las
actividades y a cumplir con las reglas del aula.
De esta forma, el uso adecuado de refuerzos y
castigos contribuye a un ambiente escolar más
estructurado, que no solo mejora el
comportamiento, sino que también facilita un
mayor rendimiento académico y promueve el
desarrollo social y emocional de los estudiantes.
Mientras que Hidalgo et al. (2023), mencionan
que la Teoría del Aprendizaje Social de Albert
Bandura (1963) propone que el aprendizaje
ocurre mediante la observación de modelos,
donde los individuos imitan comportamientos
que perciben como exitosos o recompensados,
integrando el concepto de autoeficacia como la
creencia en la propia capacidad para realizar
acciones efectivas. Esta teoría subraya que, a
través de la observación de otros, las personas
aprenden no solo comportamientos nuevos, sino
también cómo manejar situaciones y superar
obstáculos, lo que fortalece su confianza en sus
propias habilidades. En este contexto, los
modelos que demuestran éxito en sus acciones
sirven como referencia para que los individuos
desarrollen sus propias capacidades y refuercen
su sentido de competencia. La imitación de
estos modelos exitosos, combinada con la
retroalimentación positiva, ayuda a construir la
autoeficacia, lo que puede tener un impacto
significativo en la motivación y el desempeño
de los individuos en diversas áreas de su vida.
Además, este proceso no solo permite la
imitación de conductas positivas, sino que
también proporciona un modelo de auto
regulación, crucial para el manejo de impulsos
y la mejora de la atención. De este modo, la
capacidad de los estudiantes para ver ejemplos
concretos de éxito en sus compañeros o
modelos a seguir fortalece su confianza y
motivación, lo que puede traducirse en una
mayor disposición a participar en actividades
físicas de manera estructurada y en la mejora de
sus interacciones sociales dentro del aula. Este
enfoque promueve un ambiente escolar más
positivo, donde la energía de los estudiantes con
TDA se canaliza de manera productiva y
efectiva. De manera similar Ryan y Deci
(2021), mencionan que la Teoría de la
Motivación Humana de Abraham Maslow
(1943) propone que el comportamiento humano
está motivado por la satisfacción de
necesidades, que van desde las fisiológicas
hasta las de autorrealización. En el contexto
escolar, las actividades físicas y deportivas
pueden satisfacer necesidades sociales, como la
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pertenencia a un grupo, y de estima, como el
reconocimiento por logros deportivos. De este
modo, estas actividades no solo ayudan a
reducir comportamientos disruptivos, sino que
también canalizan la energía de los estudiantes
hacia metas constructivas, promoviendo un
sentido de logro y bienestar en el entorno
escolar. La participación en deportes ofrece una
oportunidad para que los estudiantes
experimenten el éxito y se sientan valorados, lo
que fortalece su autoestima y les motiva a
continuar desarrollándose tanto en lo académico
como en lo personal. Por lo tanto, estas
actividades contribuyen al desarrollo integral de
los estudiantes, ayudando a satisfacer sus
necesidades básicas y de crecimiento, y
mejorando su adaptación al entorno escolar.
En el contexto de la justificación, esta
investigación es relevante porque los
comportamientos disruptivos asociados al
TDA, como impulsividad y conflictos
interpersonales, afectan las dinámicas grupales
y la convivencia escolar, generando tensiones
entre estudiantes, docentes y familias. En el
ámbito social, esta investigación es relevante
porque los comportamientos disruptivos
asociados al TDA, como impulsividad y
conflictos interpersonales, afectan las
dinámicas grupales y la convivencia escolar,
generando tensiones entre estudiantes, docentes
y familias. Al implementar actividades físicas y
deportivas, se busca fomentar habilidades
sociales como la cooperación y el autocontrol,
promoviendo entornos escolares más inclusivos
y armónicos. De acuerdo con Gómez et al.
(2023), las intervenciones basadas en el
ejercicio mejoran las relaciones interpersonales
y reducen conductas disruptivas en niños con
TDA, contribuyendo a una mejor integración
social. Por su parte, en el ámbito pedagógico, la
investigación es significativa porque los
comportamientos disruptivos, como la
inatención y la hiperactividad, dificultan el
aprendizaje y el desarrollo académico de los
estudiantes con TDA, afectando también al
resto del grupo. Las actividades físicas pueden
mejorar la atención y la regulación emocional,
facilitando un ambiente propicio para el
aprendizaje. De acuerdo con Pérez et al. (2022),
el ejercicio físico incrementa la concentración y
reduce la impulsividad, apoyando los procesos
educativos en estudiantes con necesidades
especiales.
Mientras que, en el ámbito práctico, la
implementación de actividades físicas y
deportivas ofrece una solución viable y
accesible para abordar los comportamientos
disruptivos en el aula, ya que no requiere
recursos complejos y puede integrarse en la
rutina escolar. Esta estrategia proporciona a los
docentes herramientas concretas para gestionar
conductas desafiantes, reduciendo la carga
emocional y mejorando la dinámica del aula. De
acuerdo con Martínez y Torres (2024), los
programas de actividad física estructurada son
efectivos para disminuir la hiperactividad en
entornos educativos. Finalmente, en el ámbito
de pertinencia, esta investigación es relevante
debido al aumento de casos de TDA en
contextos escolares y la necesidad de
intervenciones no farmacológicas. Al centrarse
en la escuela Alexander Fersaman durante el
año lectivo 2025-2026, el estudio responde a las
demandas locales de estrategias que promuevan
el bienestar estudiantil y se alineen con las
políticas educativas inclusivas. De acuerdo con
Izquierdo y Condoy (2023), el ejercicio físico es
una intervención pertinente para mitigar los
síntomas del TDA, adaptándose a las
necesidades de entornos educativos diversos.
En la presente investigación surge la pregunta:
¿Cuál es el impacto de la implementación de
actividades físicas y deportivas en la mejora del
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comportamiento de estudiantes de tercer grado
con Trastorno por Déficit de Atención (TDA)
en una Unidad Educativa durante el año lectivo
2025-2026? El objetivo, se centró en analizar la
influencia de la implementación de actividades
físicas y deportivas en la mejora del
comportamiento de estudiantes de tercer grado
con Trastorno por Déficit de Atención (TDA)
de una Unidad Educativa durante el año lectivo
2025-2026.
Materiales y Métodos
La investigación será de tipo básica, ya que
tiene como objetivo observar y describir el
impacto de las actividades físicas y deportivas
en el comportamiento de los estudiantes
diagnosticados con TDA. No se intervendrá
directamente en las variables, sino que se
analizarán los comportamientos de los
estudiantes en su entorno natural, lo cual
permitirá obtener una visión detallada de cómo
las actividades físicas afectan su
comportamiento escolar. El diseño de la
investigación será no experimental y
transversal, lo que significa que se observarán
los comportamientos de los estudiantes durante
el año lectivo 2025-2026, sin manipular
ninguna de las variables del estudio mientras
que el enfoque utilizado será cuantitativo, ya
que se recolectarán datos numéricos que
permitirán medir de manera precisa las
conductas disruptivas de los estudiantes, como
la agresividad, desobediencia y perturbación.
Para asegurar la objetividad y la fiabilidad de
los datos, se utilizarán herramientas
estandarizadas, como una lista de cotejo, lo que
permitirá una recolección de datos consistente y
precisa durante las observaciones. El alcance de
la investigación será descriptivo y transaccional
se pretende describir los comportamientos
observados de los estudiantes con TDA,
identificando patrones en relación con la
agresividad, la desobediencia y la perturbación
dentro del entorno escolar. En el contexto de la
técnica de investigación será la observación
estructurada, que se llevará a cabo de manera
sistemática durante las actividades deportivas y
en el aula esta técnica garantizará que los
comportamientos de los estudiantes sean
registrados de forma objetiva y detallada, lo
cual facilitará la recolección de datos
cuantificables. Al ser una técnica estandarizada,
permitirá que la observación de los estudiantes
sea consistente a lo largo de todo el estudio.
En cuanto al instrumento de investigación, se
utilizará una lista de cotejo con 30 ítems en
escala ordinal (siempre, a veces, nunca),
diseñada para evaluar tres comportamientos
clave: agresividad, desobediencia y
perturbación en esta misma línea la población
de esta investigación estará compuesta por 20
estudiantes diagnosticados con TDA en tercer
grado de una unidad educativa mientras que
para la muestra, se seleccionarán 10 estudiantes
mediante un muestreo aleatorio simple,
utilizando un generador de números aleatorios.
El muestreo aleatorio simple se aplicará para
seleccionar a los 10 estudiantes que participarán
en la investigación. Al utilizar este tipo de
muestreo, se asegura que todos los estudiantes
de la población tengan la misma probabilidad de
ser elegidos, lo que evitacualquier sesgo en la
selección. Adicional los procedimientos de
investigación comenzarán con la obtención de
los permisos necesarios de las autoridades
educativas y el consentimiento informado de los
padres de los estudiantes participantes. Luego,
se diseñará y validará la lista de cotejo, que
servirá para registrar las observaciones de los
comportamientos. Por último, los aspectos
éticos de la investigación serán una prioridad se
obtendrá el consentimiento informado de los
padres de los estudiantes, asegurando que
comprendan el propósito y los procedimientos
de la investigación.
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Resultados y Discusión
La influencia de los mecanismos biológicos
de las actividades físicas y deportivas en la
reducción de la agresividad en los
estudiantes:
Influencia de los mecanismos biológicos de las
actividades físicas y deportivas en la reducción
de la agresividad en los estudiantes.
Tabla 1. Objetivo específico 1
Ítem
N.
n.
Siempre
(alto)
A veces
(medio)
n.
1
10
5
20%
4
56%
1
2
10
5
36%
3
56%
2
3
10
5
48%
2
32%
3
4
10
5
60%
3
32%
2
5
10
5
20%
3
52%
2
16
10
5
40%
3
28%
2
17
10
7
52%
2
28%
1
18
10
5
36%
3
36%
2
19
10
2
24%
6
28%
2
20
10
3
32%
6
40%
1
Total
36.8%
Total
38.8%
Total
Fuente: elaboración propia
De acuerdo con los resultados obtenidos de la
lista de cotejo, un 36.8% de los estudiantes
muestra que las actividades físicas tienen un
impacto "siempre" (alto) en la reducción de la
agresividad. Este resultado sugiere que una
parte significativa de los estudiantes percibe
una mejora constante en su comportamiento
gracias a las actividades físicas. Según az et
al. (2021), las actividades físicas favorecen la
liberación de neurotransmisores como las
endorfinas, las cuales contribuyen al bienestar
emocional y ayudan a reducir la agresividad.
Esta liberación genera una sensación de
bienestar, reduce el estrés y mejora el control
emocional, lo que resulta en una disminución de
los comportamientos agresivos. De esta manera,
las actividades físicas no solo tienen beneficios
físicos, sino que también son cruciales para la
gestión emocional de los estudiantes. Por otro
lado, un 38.8% de los estudiantes muestra que
las actividades físicas ayudan "a veces" (medio)
a reducir la agresividad. Este resultado refleja
que, aunque una parte considerable de los
estudiantes experimenta ciertos beneficios,
estos no siempre son consistentes. La
variabilidad en las respuestas podría depender
de factores individuales como el estado
emocional de los estudiantes, su entorno social
o su percepción de las actividades físicas.
Gómez y Rodríguez (2023) señalan que la
respuesta al ejercicio físico puede depender de
múltiples factores contextuales y psicológicos,
lo cual podría explicar por qué algunos
estudiantes no experimentan una reducción
constante en su agresividad, a pesar de
participar regularmente en actividades físicas.
Finalmente, un 24.4% de los estudiantes
muestra que las actividades físicas "nunca"
(bajo) tienen un impacto en la reducción de la
agresividad. Este resultado puede reflejar a
aquellos estudiantes que no logran asociar la
actividad física con un cambio en su
comportamiento, o aquellos que enfrentan otros
factores más influyentes en su conducta. Según
Moreno et al. (2021), no todos los estudiantes
responden de la misma manera a los
mecanismos biológicos generados por el
ejercicio, ya que existen otros factores
psicológicos y sociales que pueden influir de
manera más significativa en su
comportamiento. En este sentido, los
estudiantes que no perciben cambios en su
agresividad podrían estar enfrentando factores
emocionales o sociales que no pueden ser
mitigados solo por la actividad física, como
conflictos familiares, estrés escolar o problemas
personales.
Impacto personal de las actividades físicas y
deportivas en la desobediencia de los
estudiantes a las normas
De acuerdo con la observación de los resultados
obtenidos de la lista de cotejo, se puede
observar que el 43.2% de los estudiantes
percibe que las actividades físicas tienen un
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impacto "siempre" (alto) en la reducción de la
desobediencia a las normas. Esto sugiere que
una porción significativa de los estudiantes
asocia la participación en actividades deportivas
con una disminución de conductas
desobedientes. Esta mejora en el
comportamiento podría estar relacionada con la
regulación emocional promovida por la
actividad física, la cual fomenta un mayor
autocontrol, impulsando a los estudiantes a
seguir las normas establecidas. Martínez et al.
(2022), concuerdan con estos hallazgos,
señalando que el ejercicio físico no solo mejora
la salud física, sino que también regula las
respuestas emocionales, ayudando a los
estudiantes a manejar mejor sus impulsos y
emociones, lo cual es clave para reducir la
desobediencia. Según su investigación, la
actividad física constante estimula el sistema
nervioso, produciendo una sensación de
bienestar que disminuye la agresividad y las
conductas disruptivas, promoviendo la
disciplina.
Tabla 2. Objetivo específico 2
Ítem
N.
n.
Siempre
(alto)
n.
A veces
(medio)
n.
Nunca
(bajo)
6
10
5
28%
3
52%
2
20%
7
10
5
40%
4
36%
1
24%
8
10
5
48%
3
40%
2
12%
9
10
4
48%
5
36%
1
16%
10
10
6
48%
2
40%
2
12%
21
10
5
48%
3
40%
2
12%
22
10
3
44%
5
40%
2
16%
23
10
4
36%
4
36%
2
28%
24
10
6
44%
2
32%
2
24%
25
10
6
48%
3
36%
1
16%
Total
43.2%
Total
38.8%
Total
18%
Fuente: elaboración propia
Por otro lado, se observó que el 38.8% de los
estudiantes manifestó que las actividades físicas
tienen un impacto "a veces" (medio) en la
reducción de la desobediencia a las normas.
Este resultado refleja que, aunque muchos
estudiantes experimentan beneficios de las
actividades físicas en su comportamiento, los
efectos no siempre son consistentes. La
variabilidad en la respuesta puede depender de
varios factores, como el tipo de actividad
realizada, la motivación de los estudiantes, el
contexto emocional en el que se desarrollan
estas actividades, y la frecuencia con la que los
estudiantes participan en ellas. Ramos y
González (2021), explican que la efectividad de
la actividad física en la mejora del
comportamiento depende no solo de la
intensidad del ejercicio, sino también del
entorno social y emocional en el que se realiza.
Ellos argumentan que, en algunos casos, los
estudiantes pueden no asociar el ejercicio con
una mejora directa en su comportamiento si no
cuentan con un apoyo adecuado o no se sienten
suficientemente motivados. Esta explicación
sugiere que los resultados de la actividad física
pueden ser moderados por el contexto en el que
se lleva a cabo, y por factores individuales como
el estado de ánimo y la percepción que los
estudiantes tienen de la actividad.
Finalmente, un 18% de los estudiantes mostro
que las actividades físicas no tienen impacto en
la reducción de la desobediencia ("nunca" o
bajo). Este resultado puede sugerir que algunos
estudiantes no asocian el ejercicio con un
cambio positivo en su comportamiento. Estos
estudiantes podrían estar experimentando otros
factores, como la falta de apoyo emocional,
conflictos familiares, o problemas de
integración social, que afectan su conducta de
manera más profunda y no pueden ser mitigados
únicamente por la actividad física. Jiménez et
al. (2021), explican que no todos los estudiantes
responden de la misma manera a los estímulos
biológicos generados por el ejercicio físico. En
su investigación, se indica que la desobediencia
puede estar relacionada con factores
psicosociales más complejos, como problemas
familiares, bullying o incluso dificultades en el
proceso de adaptación social, que no se
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resuelven solo con la participación en
actividades físicas.
Efecto sociocultural de las actividades físicas
y deportivas en la reducción del
comportamiento perturbador en el salón de
clases
Tabla 3. Objetivo específico 3
Siempre
(alto)
n.
A veces
(medio)
n.
Nunca (bajo)
40
3
35%
3
15%
36
3
28%
4
36%
60
3
32%
2
8%
44
1
3%
3
53%
32
5
52%
1
16%
40
2
36%
1
24%
44
3
40%
2
16%
36
5
52%
1
12%
60
3
28%
1
12%
44
2
36%
2
20%
43.6
Total
34.2%
Total
21.2%
Fuente: elaboración propia
De acuerdo con la observación de los resultados
obtenidos de la lista de cotejo, se demuestra que
un 43.6% de los estudiantes muestra que las
actividades físicas tienen un impacto "siempre"
(alto) en la reducción del comportamiento
perturbador en el salón de clases. Este resultado
refleja que una parte significativa de los
estudiantes asocia la participación en
actividades deportivas con una mejora en su
comportamiento dentro del aula. Las
actividades físicas no solo contribuyen a la
salud física, sino que también favorecen las
interacciones sociales positivas, lo cual mejora
el ambiente en el aula. Gómez et al. (2021)
explican que la participación en actividades
deportivas fomenta la colaboración, el trabajo
en equipo y la comunicación entre los
estudiantes, lo que contribuye a una mejor
convivencia en el aula y reduce las conductas
disruptivas. Por otro lado, un 34.2% demuestra
que las actividades físicas tienen un impacto "a
veces" (medio) en la reducción del
comportamiento perturbador. Esto refleja que,
aunque muchos estudiantes experimentan
ciertos beneficios, los efectos no siempre son
consistentes. La variabilidad en la respuesta
podría depender de factores como el tipo de
actividad realizada, la motivación individual de
los estudiantes y el contexto social y emocional
en el que se desarrollan las actividades. Según
Martínez y González (2022), la efectividad de
la actividad física para reducir comportamientos
perturbadores está vinculada con el entorno
sociocultural y emocional en el que los
estudiantes participan. Esto implica que, en
algunos casos, el ejercicio físico por solo no
es suficiente para modificar el comportamiento,
y el apoyo social y el contexto son factores
determinantes.
Mientras que el 21.2% demuestra que las
actividades físicas no tienen impacto en la
reducción del comportamiento perturbador
("nunca" o bajo). Este dato podría reflejar a
aquellos estudiantes que no logran asociar el
ejercicio físico con una mejora en su
comportamiento. Estos estudiantes podrían
estar siendo influenciados por factores
personales, emocionales o sociales que no se
abordan directamente con la actividad física.
Jiménez et al. (2021) explican que no todos los
estudiantes responden de la misma manera a las
actividades físicas debido a factores
psicológicos y sociales que influyen en su
conducta. En este caso, otros aspectos como el
ambiente familiar, las relaciones con
compañeros o el apoyo emocional dentro del
aula podrían estar jugando un papel más
importante en la modificación del
comportamiento. Aunque la mayoría de los
estudiantes experimentan los beneficios de las
actividades físicas en la reducción de
comportamientos perturbadores, se observa una
variabilidad en los resultados. Fernández et al.
(2022) destacan que, para que las actividades
físicas sean efectivas en la modificación de
comportamientos, es crucial integrar aspectos
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socioculturales, como el trabajo en equipo, la
empatía y el respeto. Estos factores contribuyen
a un entorno positivo en el aula, lo que favorece
una mayor efectividad de la actividad física para
mejorar el comportamiento de los estudiantes.
Influencia de la implementación de
actividades físicas y deportivas en la mejora
del comportamiento de estudiantes de tercer
grado con TDA
Tabla 4. Objetivo General
Siempre
(alto)
n.
A veces
(medio)
n.
Nunca (bajo)
20
4
56%
1
24%
36
3
56%
2
8%
48
2
32%
3
20%
60
3
32%
2
8%
20
3
52%
2
28%
28
3
52%
2
20%
40
4
36%
1
24%
48
3
40%
2
12%
48
5
36%
1
16%
48
2
40%
2
12%
40
3
35%
3
15%
36
3
28%
4
36%
60
3
32%
2
8%
44
1
3%
3
53%
32
5
52%
1
16%
40
3
28%
2
32%
52
2
28%
1
20%
36
3
36%
2
28%
24
6
28%
2
48%
32
6
40%
1
28%
48
3
40%
2
12%
44
5
40%
2
16%
36
4
36%
2
28%
44
2
32%
2
24%
48
3
36%
1
16%
40
2
36%
1
24%
44
3
40%
2
16%
36
5
52%
1
12%
60
3
28%
1
12%
44
2
36%
2
20%
41.2
T.
37.3%
T.
21.2%
Fuente: elaboración propia
Según la observación de los resultados
obtenidos de la lista de cotejo, un 41.2% de los
estudiantes demostró que las actividades físicas
tienen un impacto "siempre" (alto) en la mejora
de su comportamiento. Este resultado sugiere
que una porción significativa de los estudiantes
con TDA experimenta mejoras en su conducta
al participar en actividades físicas. Las
actividades deportivas son efectivas para ayudar
a los estudiantes con TDA a concentrarse mejor
y a reducir la impulsividad, favoreciendo su
capacidad para seguir las normas dentro del
aula. Bennett et al. (2021) destacan que el
ejercicio no solo mejora la condición física, sino
que también modula el comportamiento de los
niños con TDA, reduciendo la hiperactividad y
mejorando la atención, lo que facilita la
regulación de su comportamiento. En contraste,
el 37.3% de los estudiantes mostró que las
actividades físicas tienen un impacto "a veces"
(medio) en la mejora de su comportamiento.
Este resultado refleja que, si bien hay beneficios
en muchos casos, estos no siempre se presentan
de forma constante. La variabilidad podría
depender de la frecuencia y el tipo de actividad
realizada, así como de la disposición personal
de los estudiantes. López y Gómez (2022)
explican que el contexto social y emocional de
los estudiantes juega un papel importante en la
efectividad de las actividades físicas, ya que
factores como el apoyo docente, el ambiente
escolar y la motivación personal son
determinantes para lograr una mejora
significativa en el comportamiento.
Por último, un 21.2% de los estudiantes
demostró que las actividades físicas no tienen
impacto en la mejora de su comportamiento
("nunca" o bajo). Este porcentaje podría reflejar
a los estudiantes que no perciben un cambio
tangible en su conducta después de participar en
actividades físicas. Es probable que, para
algunos de estos estudiantes, otros factores
como el apoyo psicológico, las intervenciones
pedagógicas adicionales o las dinámicas
familiares jueguen un rol más importante en su
comportamiento. Caro et al. (2021) explican
que los estudiantes con TDA pueden no
responder de manera significativa a las
actividades físicas si no se encuentran en un
entorno que apoye el desarrollo emocional y
social de manera integral. El ejercicio físico, por
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solo, puede no ser suficiente sin la presencia
de otras intervenciones que aborden las
necesidades psicológicas de los estudiantes. La
implementación de actividades físicas tiene un
impacto positivo en la mayoría de los
estudiantes con TDA, pero se observa una
variabilidad en los resultados. Martínez et al.
(2022) sugieren que la clave para mejorar el
comportamiento de los estudiantes con TDA
radica en un enfoque holístico, donde las
actividades físicas se integren con estrategias
pedagógicas que favorezcan la atención, el
autocontrol y la interacción social en el aula. De
esta manera, las actividades físicas no solo se
convierten en una herramienta para mejorar el
comportamiento, sino también en un medio para
fortalecer el bienestar general de los estudiantes
con TDA.
Conclusiones
La implementación de actividades físicas y
deportivas tiene un impacto positivo en la
mejora del comportamiento de los estudiantes
con Trastorno por Déficit de Atención (TDA).
Estas actividades no solo mejoran la condición
física, sino que también promueven la
regulación emocional, lo que facilita la
reducción de la agresividad. A través de la
mejora en la concentración y el autocontrol, los
estudiantes pueden gestionar mejor sus
impulsos, lo que mejora su capacidad de seguir
las normas en el aula. Las actividades físicas y
deportivas tienen un impacto directo en la
reducción de la desobediencia de los
estudiantes. Estas actividades fomentan la
disciplina, mejorando la capacidad de los
estudiantes para seguir las reglas y normas
establecidas en el aula. El ejercicio físico ayuda
a los estudiantes con TDA a regular sus
emociones, lo que contribuye a un mayor
autocontrol. Este incremento en la disciplina es
esencial para un ambiente educativo más
organizado y menos disruptivo. Desde un
enfoque sociocultural, las actividades físicas
favorecen las interacciones sociales entre los
estudiantes, lo que contribuye a la reducción de
comportamientos perturbadores en el salón de
clases. El trabajo en equipo y la colaboración,
aspectos clave de las actividades deportivas,
permiten a los estudiantes aprender a interactuar
de manera respetuosa y cooperativa. Además, el
ejercicio colectivo fomenta un sentido de
pertenencia y mejora el clima social en el aula.
Esto es particularmente importante para los
estudiantes con TDA, ya que les ayuda a
desarrollar habilidades sociales esenciales para
la convivencia. Aunque la mayoría de los
estudiantes experimenta los beneficios de las
actividades físicas en la mejora de su
comportamiento, se observa una notable
variabilidad en los resultados. Factores como la
motivación individual, el tipo de actividad
realizada y el contexto emocional de cada
estudiante juegan un papel crucial en la
efectividad de estas actividades. Algunos
estudiantes pueden no experimentar mejoras
significativas si no reciben el apoyo adecuado o
si las actividades no se ajustan a sus necesidades
particulares.
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