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se planteó la necesidad de una Educación
Ambiental y se recomendó que se adopten las
disposiciones necesarias a fin de establecer un
Programa Internacional de Educación sobre el
Medio Ambiente que abarque todos los niveles
de enseñanza. La presente temática tiene gran
actualidad pues responde a la Agenda 2030, en
su objetivo 13 referido a la adopción de medidas
urgentes para combatir el cambio climático y
sus efectos y a la meta 13.3, dirigida a mejorar
la educación, la sensibilización y la capacidad
humana e institucional respecto a la mitigación
del cambio climático, la adaptación a él, la
reducción de sus efectos y la alerta temprana
(Naciones Unidas, mayo de 2016).
En Cuba existe una política sobre el medio
ambiente bien definida, regida por lo que se
expresa en la Constitución de la República, en
los documentos del Partido y del Ministerio de
Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. Por
eso, el problema no radica tanto en definir qué
política seguir, sino en buscar métodos y
procedimientos que favorezcan su aplicación
práctica, efectiva y consecuente en favor de la
protección del medio ambiente y de la solución
de los principales problemas cubanos:
degradación de los suelos, deterioro de las
condiciones de vida en los asentamientos
humanos, contaminación de aguas terrestres y
marinas, deforestación y pérdida de la
biodiversidad. El concepto de educación
ambiental se reconoce oficialmente por primera
vez en diversos foros a nivel mundial en la
década de 1970. Desde ese momento, su
significado ha ido variando hasta la actualidad,
en función de la evolución del pensamiento
acerca del tema, de diversas concepciones
teóricas y políticas institucionales.
Diferentes estudios realizados en otros países y
en Cuba evidencian la necesidad de incorporar
la educación ambiental en los procesos de
educación y formación, en general, y de los
profesionales de la educación, en particular,
para que conviertan lo ambiental en parte
orgánica de su desempeño. El papel de la
institución escolar, para todas las educaciones
es crucial y con su tradicional incidencia
comunitaria, resulta priorizado para alcanzar el
desarrollo de sentimientos, actitudes y valores
que permitan optimizar las relaciones hombre-
sociedad-naturaleza, y por consiguiente una
actitud más responsable ante el medio ambiente
como parte de las políticas públicas del Estado
Cubano (Santos et al., 2020, p.2).
La Educación Ambiental en Cuba, según las
exigencias actuales, demanda un mejoramiento
de la labor educativa que se desarrolla por parte
de las instituciones educativas, dirigido a
integrar los procesos ambientales con los de
carácter educativo y actitudinales mediante la
implementación de estrategias, acciones
educativas y programas, para favorecer el
desarrollo de una actitud ambiental positiva en
los sujetos.
Según la Ley No. 81 del Medio Ambiente
(1997) la educación ambiental se define como:
Proceso continuo y permanente, que
constituye una dimensión de la educación
integral de todos los ciudadanos, orientada
a que, en la adquisición de conocimientos,
desarrollo de hábitos, habilidades,
capacidades y actitudes y en la formación de
valores, se armonicen las relaciones entre
los seres humanos y de ellos con el resto de
la sociedad y la naturaleza, para propiciar
la orientación de los procesos económicos,
sociales y culturales hacia el desarrollo
sostenible. (p.4)
La educación ambiental es indispensable para
contribuir a la modificación de actitudes y
comportamientos que no son compatibles con el
medio ambiente y el desarrollo sostenible. Para
contribuir a ello es necesario el desarrollo de la