Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Vol. 6 No. 9
Septiembre del 2025
Página 261
LAS METODOLOGÍAS ACTIVAS Y EL NEUROAPRENDIZAJE EN LA FORMACIÓN
DEL PROFESIONAL DOCENTE: REVISIÓN SISTEMÁTICA
ACTIVE METHODOLOGIES AND NEUROLEARNING IN TEACHER TRAINING: A
SYSTEMATIC REVIEW
Autores: ¹Elvia Valencia Medina, ²María Natalia Cedillo Pucha, ³Diego Zárate Enríquez y
4
Silvana López Valencia.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-4862-9310
²ORCID ID: https://orcid.org/0009-0003-6528-4243
³ORCID ID: https://orcid.org/0009-0002-5693-4593
4
ORCID ID: https://orcid.org/0009-0003-1020-0786
¹E-mail de contacto: evalenciam@unemi.edu.ec
²E-mail de contacto: mcedillop@unemi.edu.ec
³E-mail de contacto: diego.zarate@educacion.gob.ec
4
E-mail de contacto: slopezv1@unemi.edu.ec
Afiliación:
1*2*4*
Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
3*
Colegio Velasco Ibarra National School, (Ecuador).
Artículo recibido: 29 de Agosto de 2025
Artículo revisado: 15 de Septiembre de 2025
Artículo aprobado: 25 de Septiembre de 2025
¹Doctora en Educación. Docente Investigadora Acreditada por la SENESCYT-Ecuador. Docente de la Universidad Estatal de Milagro,
(Ecuador).
²Máster en Tecnología Educativa y Competencias Digitales. Docente de la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
³Máster en Educación Básica. Docente del Colegio Nacional Velasco Ibarra, (Ecuador).
4
Máster en Educación Infantil y Primaria. Docente de la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
Resumen
La presente revisión sistemática analizó la
relación entre metodologías activas y
neuroaprendizaje en la formación del
profesional docente, con el propósito de
identificar estrategias pedagógicas efectivas y
tendencias actuales. Se recopilaron y
evaluaron 48 estudios publicados entre 2020 y
2025 en bases de datos reconocidas, utilizando
criterios claros de inclusión y exclusión. Los
resultados evidencian que las metodologías
activas más empleadas incluyen el aprendizaje
basado en proyectos, el aula invertida, el
aprendizaje cooperativo y la gamificación, las
cuales favorecen la participación, la
motivación y el desarrollo de competencias
clave en los futuros docentes. Asimismo, se
identificó que la integración de principios de
neuroaprendizaje, como la comprensión de la
plasticidad cerebral, la memoria y la
regulación emocional, potencia los efectos de
estas metodologías, permitiendo un
aprendizaje más significativo y personalizado.
La literatura revisada resalta que la formación
docente debe contemplar una capacitación
sólida en neurociencia educativa para evitar la
difusión de neuromitos y fortalecer la toma de
decisiones pedagógicas. No obstante, se
reconocen desafíos importantes, como la falta
de formación específica en neuroeducación,
las limitaciones tecnológicas y la escasez de
estudios longitudinales que permitan evaluar
el impacto a largo plazo. Finalmente, se
concluye que la combinación de metodologías
activas y neuroaprendizaje es esencial para
mejorar la calidad educativa y responder a las
demandas actuales de la sociedad, ofreciendo
una base sólida para el diseño de programas
formativos más inclusivos, innovadores y
basados en la evidencia.
Palabras clave: Metodologías activas,
Neuroaprendizaje, Formación docente.
Abstract
This systematic review analyzed the
relationship between active methodologies
and neurolearning in teacher training, with the
aim of identifying effective pedagogical
strategies and current trends. Forty-eight
studies published between 2020 and 2025 in
recognized databases were compiled and
evaluated, using clear inclusion and exclusion
criteria. The results show that the most
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commonly used active methodologies include
project-based learning, the flipped classroom,
cooperative learning, and gamification, which
promote participation, motivation, and the
development of key competencies in future
teachers. Furthermore, it was identified that
the integration of neurolearning principles,
such as understanding brain plasticity,
memory, and emotional regulation, enhances
the effects of these methodologies, allowing
for more meaningful and personalized
learning. The reviewed literature highlights
that teacher training must include solid
training in educational neuroscience to prevent
the spread of neuromyths and strengthen
pedagogical decision-making. However,
significant challenges are recognized, such as
the lack of specific training in neuroeducation,
technological limitations, and the scarcity of
longitudinal studies that allow for long-term
impact assessment. Finally, it is concluded
that the combination of active methodologies
and neurolearning is essential to improve
educational quality and respond to current
societal demands, providing a solid foundation
for the design of more inclusive, innovative,
and evidence-based training programs.
Keywords: Active methodologies,
Neurolearning, Teacher training.
Sumário
Esta revisão sistemática analisou a relação
entre metodologias ativas e
neuroaprendizagem na formação de
professores, com o objetivo de identificar
estratégias pedagógicas eficazes e tendências
atuais. Quarenta e oito estudos publicados
entre 2020 e 2025 em bases de dados
reconhecidas foram compilados e avaliados,
utilizando critérios claros de inclusão e
exclusão. Os resultados mostram que as
metodologias ativas mais utilizadas incluem a
aprendizagem baseada em projetos, a sala de
aula invertida, a aprendizagem cooperativa e a
gamificação, que promovem a participação, a
motivação e o desenvolvimento de
competências-chave em futuros professores.
Além disso, identificou-se que a integração de
princípios de neuroaprendizagem, como a
compreensão da plasticidade cerebral, da
memória e da regulação emocional,
potencializa os efeitos dessas metodologias,
permitindo uma aprendizagem mais
significativa e personalizada. A literatura
revisada destaca que a formação de
professores deve incluir uma sólida formação
em neurociência educacional para prevenir a
disseminação de neuromitos e fortalecer a
tomada de decisões pedagógicas. No entanto,
desafios significativos são reconhecidos, como
a falta de formação específica em
neuroeducação, limitações tecnológicas e a
escassez de estudos longitudinais que
permitam a avaliação de impacto a longo
prazo. Por fim, conclui-se que a combinação
de metodologias ativas e neuroaprendizagem é
essencial para melhorar a qualidade
educacional e responder às atuais demandas
da sociedade, fornecendo uma base sólida para
o desenho de programas de treinamento mais
inclusivos, inovadores e baseados em
evidências.
Palavras-chave: Metodologias ativas,
Neuroaprendizagem, Formação de
professores.
Introducción
La educación contemporánea enfrenta un
escenario de transformación constante,
impulsado por la globalización, el avance
tecnológico y el cambio en las demandas
sociales y laborales. En este contexto, las
instituciones formadoras de docentes han
debido replantear sus estrategias pedagógicas,
reconociendo la necesidad de preparar
profesionales capaces de afrontar escenarios
dinámicos y heterogéneos. Entre las estrategias
más relevantes destacan las metodologías
activas, entendidas como enfoques didácticos
centrados en el estudiante que promueven la
participación, la reflexión crítica y la
autonomía en el proceso de aprendizaje
(Domínguez y López, 2022). Estas
metodologías, que incluyen el aprendizaje
basado en proyectos, el aprendizaje
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cooperativo, el aula invertida y la
gamificación, favorecen el desarrollo de
competencias clave como el pensamiento
crítico, la creatividad y la resolución de
problemas. Su incorporación en la formación
docente permite que los futuros profesionales
adquieran herramientas para liderar procesos
educativos innovadores y responder a las
exigencias de una sociedad en constante
cambio (Fidalgo et al., 2023). De manera
paralela, el avance de las neurociencias ha
dado lugar al concepto de neuroaprendizaje,
que se centra en aplicar el conocimiento sobre
el funcionamiento del cerebro para mejorar los
procesos de enseñanza y aprendizaje. Esta
perspectiva aborda cómo se consolidan las
memorias, cómo influyen las emociones en el
aprendizaje y qué factores favorecen la
atención y la motivación en los estudiantes
(Immordino y Damasio, 2007; Tokuhama,
2021). Investigaciones recientes subrayan que
la incorporación de principios neurocientíficos
en la educación permite diseñar experiencias
formativas más efectivas, ya que integran
variables cognitivas, emocionales y sociales
que potencian la comprensión y la retención
del conocimiento (González et al., 2023). En
este sentido, el docente adquiere un rol de
mediador consciente de los procesos cerebrales
que facilitan el aprendizaje, lo cual incrementa
la pertinencia y la eficacia de su práctica
pedagógica.
La relación entre las metodologías activas y el
neuroaprendizaje representa una oportunidad
estratégica para fortalecer la formación inicial
y continua de los profesionales de la docencia.
Esta integración ofrece una base teórica y
práctica que vincula el “qué enseñar” con el
“cómo se aprende”, promoviendo entornos
donde la motivación, la emoción y la
cognición se articulan para optimizar el
aprendizaje (Céspedes y Vargas, 2022). La
literatura evidencia que los programas que
incorporan ambos enfoques logran mejorar
significativamente las competencias didácticas
y la capacidad de los docentes para adaptar sus
estrategias a diferentes contextos educativos
(Navarro et al., 2023). Además, el enfoque
combinado favorece la inclusión y la equidad,
al reconocer la diversidad de estilos, ritmos y
necesidades de aprendizaje de los estudiantes,
lo que lo convierte en un recurso valioso para
responder a los retos de la educación
contemporánea. En los últimos cinco años, la
producción científica sobre metodologías
activas y neuroaprendizaje en la formación
docente ha mostrado un crecimiento sostenido.
Estudios recientes realizados en América
Latina y Europa coinciden en que estas
estrategias aumentan el rendimiento
académico, la motivación y el compromiso
estudiantil, especialmente en entornos de
educación superior (Gutiérrez et al., 2023;
Rojas et al., 2024). Las investigaciones
también destacan que la aplicación de
metodologías activas con base neurocientífica
mejora la transferencia del conocimiento y
favorece la formación de habilidades para la
enseñanza reflexiva y crítica (Brito et al.,
2024). Estos hallazgos evidencian la necesidad
de realizar revisiones sistemáticas que
sinteticen el conocimiento disponible y
orienten el diseño de programas de formación
docente más efectivos.
Por otro lado, la neurociencia educativa
advierte sobre la necesidad de evitar
interpretaciones erróneas o neuromitos, como
la idea de que las personas solo usan un 10 %
del cerebro o que existen estilos de aprendizaje
rígidos (Howard, 2014; Tokuhama, 2021).
Estos malentendidos pueden conducir a
prácticas poco fundamentadas, lo que resalta la
importancia de contar con una formación
científica sólida en neuroaprendizaje. En este
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sentido, la combinación con metodologías
activas debe basarse en evidencia validada,
priorizando aquellas estrategias que han
demostrado eficacia en mejorar procesos
cognitivos clave como la atención, la memoria
y la resolución de problemas (Navarro et al.,
2023). La revisión de estudios confiables
permite a las instituciones educativas
minimizar riesgos y maximizar el impacto de
estas innovaciones en la práctica docente.
Asimismo, el impacto de estas metodologías se
ve potenciado por la incorporación de
herramientas digitales, que han permitido
flexibilizar los entornos de enseñanza-
aprendizaje. Las plataformas virtuales, los
recursos interactivos y las evaluaciones en
línea ofrecen múltiples posibilidades para
integrar neurociencia y metodologías activas,
especialmente en escenarios de educación
híbrida o a distancia (Cabero y Llorente,
2022). Investigaciones recientes muestran que
la combinación de recursos tecnológicos con
metodologías activas basadas en
neuroaprendizaje aumenta la participación y el
compromiso estudiantil, lo que resulta esencial
en la formación docente en el siglo XXI
(Fernández et al., 2024). Este aspecto cobra
relevancia al considerar que los futuros
educadores deben estar preparados para
manejar ambientes digitales con solvencia
pedagógica y científica.
El presente trabajo tiene como propósito
realizar una revisión sistemática de la literatura
disponible para analizar la relación entre
metodologías activas y neuroaprendizaje en la
formación docente. Se busca identificar las
principales estrategias utilizadas, su
fundamentación científica, las evidencias
empíricas sobre su efectividad y los retos
asociados a su implementación. El enfoque
metodológico adoptado sigue las directrices
PRISMA, garantizando transparencia y rigor
en la búsqueda, selección y análisis de los
estudios revisados (Page et al., 2021). Este
proceso no solo permitirá sintetizar el estado
del arte, sino también señalar vacíos de
conocimiento y proponer líneas de
investigación que contribuyan al desarrollo de
programas formativos más pertinentes e
innovadores. Es importante subrayar que la
formación de los profesionales docentes exige
un abordaje integral, que articule la teoría, la
práctica y la evidencia neurocientífica en
entornos activos y colaborativos. Al integrar
metodologías activas con principios del
neuroaprendizaje, se genera un marco
formativo que no solo optimiza el aprendizaje,
sino que promueve una docencia más
reflexiva, inclusiva y adaptada a las
necesidades del entorno educativo actual. Este
artículo pretende aportar a la discusión
académica ofreciendo una síntesis clara y
crítica de los avances en este campo,
orientando a investigadores, formadores y
responsables de políticas hacia la
consolidación de una educación más efectiva y
centrada en el aprendizaje.
El estudio de las metodologías activas en la
educación contemporánea tiene sus raíces en
los enfoques constructivistas y socioculturales,
donde el aprendizaje se concibe como un
proceso activo, situado y socialmente mediado.
Autores como Vygotsky y Piaget sentaron las
bases de esta perspectiva, enfatizando que el
conocimiento se construye a partir de la
interacción con el entorno y con otros
individuos. En la actualidad, estas ideas se han
materializado en estrategias didácticas que
promueven la participación activa del
estudiante, fomentando la exploración, la
reflexión y la resolución de problemas
(Domínguez y López, 2022). Estas
metodologías se han consolidado como
herramientas clave en la educación superior, ya
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que responden a la necesidad de formar
profesionales autónomos y críticos, capaces de
adaptarse a contextos cambiantes. La literatura
coincide en que su aplicación favorece tanto el
desarrollo de competencias cognitivas como
socioemocionales, lo que las convierte en un
eje central en la formación docente. Dentro de
este marco, el concepto de neuroaprendizaje ha
cobrado una relevancia creciente en los
últimos años, al integrar los avances de la
neurociencia y la psicología cognitiva en el
proceso educativo. Se entiende por
neuroaprendizaje la aplicación de
conocimientos sobre el funcionamiento del
cerebro para mejorar las estrategias de
enseñanza y aprendizaje (Tokuhama, 2021).
Esta disciplina estudia fenómenos como la
plasticidad neuronal, la memoria de trabajo, la
atención y el impacto de las emociones en la
cognición. Investigaciones recientes destacan
que comprender estos procesos permite diseñar
experiencias de aprendizaje más
personalizadas y efectivas, especialmente en
contextos educativos donde la diversidad de
estudiantes es un desafío constante (González
et al., 2023). Para la formación docente, este
enfoque es crucial, ya que proporciona una
base científica para tomar decisiones
pedagógicas fundamentadas.
La combinación de metodologías activas y
neuroaprendizaje constituye una sinergia que
potencia los procesos formativos, al articular el
diseño de experiencias educativas con un
entendimiento profundo de los mecanismos
cerebrales. En este sentido, la enseñanza deja
de ser un proceso meramente transmisivo y se
transforma en un entorno de interacción, donde
las emociones, la motivación y la cognición
actúan como motores del aprendizaje
(Céspedes y Vargas, 2022). Esta perspectiva
resulta especialmente valiosa para la formación
docente, dado que permite a los futuros
profesores desarrollar habilidades para adaptar
sus prácticas a distintos estilos de aprendizaje
y necesidades individuales. Además, favorece
la creación de entornos educativos inclusivos,
en los que cada estudiante puede alcanzar su
máximo potencial, lo que es fundamental en
sociedades que demandan equidad y calidad
educativa. Las metodologías activas abarcan
diversas estrategias, entre ellas el aprendizaje
basado en proyectos, el aprendizaje
cooperativo, el aula invertida y la
gamificación. El aprendizaje basado en
proyectos, por ejemplo, se centra en resolver
problemas reales y fomenta la integración de
conocimientos multidisciplinarios, mientras
que el aprendizaje cooperativo promueve la
interacción y el trabajo en equipo (Fidalgo et
al., 2023). El aula invertida reorganiza el
tiempo y el espacio de aprendizaje para que el
estudiante asuma un rol más autónomo, y la
gamificación introduce elementos de juego que
aumentan la motivación y el compromiso.
Todas estas metodologías se fundamentan en
la idea de que aprender es más efectivo cuando
el estudiante participa activamente y conecta la
teoría con la práctica, principios que
encuentran respaldo en la evidencia
neurocientífica actual.
Desde el punto de vista del neuroaprendizaje,
la memoria y la atención son funciones
cognitivas esenciales que deben ser
estimuladas adecuadamente para optimizar el
aprendizaje. Estudios recientes señalan que la
información emocionalmente significativa se
retiene mejor y que las pausas y la repetición
espaciada favorecen la consolidación de los
contenidos (Navarro et al., 2023). Asimismo,
la motivación, ya sea intrínseca o extrínseca,
juega un papel clave en la activación de los
circuitos cerebrales relacionados con el
aprendizaje. Por ello, el docente debe ser capaz
de diseñar experiencias que generen interés y
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desafío, respetando los tiempos de atención y
promoviendo ambientes emocionalmente
seguros. Estos hallazgos son particularmente
relevantes para la formación docente, ya que
resaltan la importancia de planificar la
enseñanza desde una perspectiva
neurodidáctica. Otro aspecto relevante es la
relación entre emoción y aprendizaje. Las
emociones positivas facilitan la liberación de
neurotransmisores como la dopamina, que
están asociados con la motivación y el placer
de aprender (Immordino y Damasio, 2007;
González et al., 2023). De este modo,
actividades que promueven la curiosidad, la
sorpresa y el sentido de logro potencian el
aprendizaje y fortalecen la memoria a largo
plazo. Las metodologías activas, al fomentar la
participación y la colaboración, generan
contextos emocionales positivos que favorecen
la construcción de conocimiento significativo.
Por ello, su integración con principios
neurocientíficos no solo mejora el rendimiento
académico, sino que también impacta en el
bienestar emocional del estudiante y del
docente.
La investigación sobre metodologías activas y
neuroaprendizaje también destaca la
importancia de la retroalimentación. Una
retroalimentación oportuna, específica y
constructiva potencia la conexión entre teoría y
práctica, refuerza el aprendizaje y corrige
errores antes de que se consoliden (Rojas et al.,
2024). Los estudios coinciden en que los
entornos que promueven la reflexión sobre el
propio aprendizaje incrementan la autonomía y
la autorregulación, aspectos fundamentales
para la formación de docentes competentes. El
neuroaprendizaje aporta evidencia de que la
retroalimentación activa circuitos cerebrales
relacionados con el refuerzo y la toma de
decisiones, por lo que su uso sistemático y
planificado es clave para potenciar los
resultados. La evidencia empírica respalda la
idea de que el aprendizaje activo y basado en
la neurociencia transforma el papel del docente
en el aula. Ya no se trata de un transmisor de
información, sino de un facilitador que diseña
experiencias para activar procesos cognitivos y
emocionales. Esto implica que los programas
de formación docente deben incluir no solo
contenidos disciplinarios, sino también
habilidades de diseño didáctico, manejo de
entornos colaborativos y dominio de principios
neuroeducativos (Gutiérrez et al., 2023). De
este modo, los futuros profesores desarrollan la
capacidad de ajustar sus estrategias en función
de la diversidad de estudiantes, un aspecto
cada vez más relevante en sociedades
inclusivas y multiculturales. Además, esta
visión facilita que el docente sea crítico y
reflexivo, integrando los avances científicos a
su praxis.
Un componente esencial en la formación
docente basada en neuroaprendizaje es la
autorregulación. Estudios recientes destacan
que el docente que comprende los mecanismos
de autorregulación en los estudiantes puede
fomentar hábitos de estudio más efectivos y
resilientes (Brito et al., 2024). Esto incluye
habilidades como la planificación, el
monitoreo y la autoevaluación, que son
fundamentales para enfrentar los retos
académicos y profesionales. Las metodologías
activas, al exigir al estudiante tomar decisiones
y resolver problemas, son un terreno propicio
para desarrollar estas capacidades. En
consecuencia, la formación inicial debe
preparar a los docentes para enseñar a
aprender, promoviendo la metacognición como
un pilar del proceso educativo. La inclusión es
otro eje relevante al abordar metodologías
activas y neuroaprendizaje. Las aulas son cada
vez más diversas, y el docente necesita
herramientas para atender a estudiantes con
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diferentes ritmos, estilos y necesidades. El
conocimiento sobre procesos cerebrales y
plasticidad neuronal ayuda a comprender que
las capacidades no son fijas y que todos
pueden aprender si se les proporcionan los
estímulos adecuados (Tokuhama, 2021).
Integrar metodologías activas que contemplen
adaptaciones, recursos digitales y trabajo
cooperativo favorece la participación
equitativa y el éxito académico. Esto es
especialmente importante en entornos donde la
equidad educativa es un reto, como en muchos
sistemas latinoamericanos (Navarro et al.,
2023). El uso de recursos digitales y
tecnologías emergentes ha revolucionado la
aplicación de metodologías activas y
neuroaprendizaje en la formación docente. Las
plataformas virtuales, simuladores y entornos
colaborativos en línea potencian el aprendizaje,
permiten el acceso a contenidos personalizados
y facilitan la evaluación continua (Cabero y
Llorente, 2022). La evidencia muestra que
cuando estas herramientas se usan con un
enfoque neuroeducativo, los estudiantes se
sienten más motivados, participan activamente
y logran una mejor retención de la información
(Fernández et al., 2024). Por ello, el futuro
docente debe ser competente en el uso
pedagógico de la tecnología, integrándola de
manera consciente y crítica.
Un aspecto clave es la evaluación de los
aprendizajes en contextos activos y
neuroeducativos. Los métodos tradicionales,
centrados en exámenes escritos y resultados
finales, son insuficientes para captar el
progreso del estudiante. Las metodologías
activas promueven evaluaciones formativas,
autoevaluaciones y coevaluaciones, que no
solo miden resultados, sino también procesos
(Rojas et al., 2024). El neuroaprendizaje
respalda esta visión al destacar que la
retroalimentación frecuente y constructiva
activa circuitos cerebrales de refuerzo y mejora
la autorregulación. La formación docente debe
incluir estas prácticas evaluativas para
garantizar una enseñanza más justa y efectiva.
La investigación también subraya la
importancia de los contextos socioculturales en
la aplicación de metodologías activas y
neuroaprendizaje. Los resultados no siempre
son universales; dependen de factores como la
cultura institucional, la formación previa del
docente y el acceso a recursos (González et al.,
2023). Por ello, los programas de formación
docente deben ser sensibles al contexto,
adaptando las estrategias a las realidades de
cada entorno educativo. Esto implica
considerar aspectos como el tamaño de las
clases, las políticas educativas y las
expectativas de la comunidad. Así, la teoría se
convierte en acción situada y pertinente.
En cuanto a la literatura más reciente, las
revisiones sistemáticas publicadas entre 2022 y
2025 coinciden en que la integración de
metodologías activas con principios
neuroeducativos aumenta significativamente la
motivación y el compromiso en programas de
formación inicial docente (Gutiérrez et al.,
2023; Brito et al., 2024). Estas investigaciones
recomiendan fortalecer las competencias
científicas de los futuros profesores para que
puedan interpretar la evidencia, evitar
neuromitos y diseñar estrategias pedagógicas
coherentes. Al mismo tiempo, resaltan la
importancia de la interdisciplinariedad,
uniendo pedagogía, psicología y tecnología
para ofrecer una experiencia de aprendizaje
más completa. El marco teórico destaca que la
educación del siglo XXI demandas docentes
que sean investigadores de su propia práctica.
Las metodologías activas y el neuroaprendizaje
fomentan esta visión, al invitar al profesor a
experimentar, reflexionar y ajustar
continuamente sus métodos. Este enfoque
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profesionalizante eleva la calidad educativa y
promueve una cultura de innovación y mejora
continua (Céspedes y Vargas, 2022). En
consecuencia, formar docentes competentes
implica capacitarlos para ser líderes del
cambio, con capacidad de integrar los avances
neurocientíficos, el uso crítico de la tecnología
y la práctica reflexiva para transformar sus
aulas.
Materiales y Métodos
El presente estudio se fundamenta en un diseño
de revisión sistemática de literatura, dado que
su objetivo es analizar y sintetizar los
hallazgos más relevantes sobre metodologías
activas y neuroaprendizaje en la formación del
profesional docente. Este enfoque
metodológico permite identificar, evaluar y
resumir las evidencias disponibles de manera
rigurosa, transparente y reproducible,
siguiendo directrices internacionales como
PRISMA (Preferred Reporting Items for
Systematic Reviews and Meta-Analyses) (Page
et al., 2021). La revisión sistemática se
considera especialmente adecuada para
estudios de corte bibliográfico porque integra
diferentes perspectivas teóricas y empíricas,
eliminando sesgos individuales y ofreciendo
una visión integral del estado del arte. De esta
manera, se garantiza que las conclusiones
obtenidas estén respaldadas por una base
sólida de evidencia científica. El proceso de
revisión incluyó criterios claros de inclusión y
exclusión para garantizar la pertinencia y la
calidad de los estudios seleccionados. Se
incluyeron investigaciones publicadas entre
2020 y 2025, en revistas científicas revisadas
por pares, que abordaran las metodologías
activas y el neuroaprendizaje en contextos de
formación docente, tanto inicial como
continua. Asimismo, se priorizaron aquellos
estudios que presentaban datos empíricos,
revisiones teóricas actualizadas y propuestas
metodológicas que integraran ambos enfoques.
Se excluyeron documentos sin revisión por
pares, publicaciones con evidencia insuficiente
y aquellos centrados exclusivamente en
poblaciones escolares no relacionadas con
formación de docentes. Estos criterios
garantizaron la relevancia y la actualidad de las
fuentes consultadas (Gutiérrez et al., 2023;
Navarro et al., 2023).
La estrategia de búsqueda se desarrolló
utilizando bases de datos académicas
reconocidas como Scopus, Web of Science,
ERIC, Scielo y Google Scholar. Para ello, se
emplearon combinaciones de palabras clave en
español e inglés como “metodologías activas”,
“neuroaprendizaje”, “neuroeducación”,
“formación docente”, “teacher training”,
“active learning” y “neurolearning”. Se
aplicaron filtros por año de publicación,
idioma y tipo de documento para acotar los
resultados y garantizar la calidad de las
fuentes. Esta estrategia permitió identificar un
corpus inicial amplio que fue depurado de
acuerdo con los criterios definidos. El proceso
incluyó la revisión de títulos, resúmenes y
palabras clave, seguido de la lectura completa
de los textos seleccionados para confirmar su
pertinencia (Brito et al., 2024; Fernández et al.,
2024). La evaluación de la calidad de los
estudios incluidos se realizó utilizando listas
de verificación y guías metodológicas que
permitieron valorar la validez interna y externa
de cada trabajo. Se consideraron aspectos
como la claridad de los objetivos, la
coherencia del diseño, la pertinencia de las
conclusiones y la solidez de la evidencia
presentada. Para asegurar la fiabilidad del
análisis, la selección de los estudios fue
revisada de manera independiente por dos
evaluadores con experiencia en investigación
educativa, lo que redujo posibles sesgos y
favoreció la transparencia del proceso (Page et
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al., 2021). De esta manera, se estableció un
conjunto final de artículos que representaron
de forma consistente la temática en estudio.
En cuanto al análisis de la información, se
adoptó un enfoque de síntesis narrativa, que
permitió organizar y describir los hallazgos de
manera cualitativa, respetando la diversidad
metodológica de las investigaciones revisadas.
Se agruparon los estudios según categorías
temáticas: (1) aplicación de metodologías
activas en formación docente, (2) fundamentos
neurocientíficos aplicados a la enseñanza, (3)
integración de ambos enfoques en contextos
reales y (4) desafíos y perspectivas futuras.
Esta categorización facilitó una comprensión
profunda de la evidencia y permitió identificar
patrones, vacíos de conocimiento y
oportunidades para futuras investigaciones
(Céspedes y Vargas, 2022). Así, el marco
metodológico se convierte en un pilar para
interpretar los resultados de forma coherente y
alineada con los objetivos del estudio. Cabe
destacar que el carácter de análisis
bibliográfico de este estudio implica que las
conclusiones están limitadas a la información
disponible en la literatura seleccionada. Si bien
no se realizaron experimentos ni encuestas, el
rigor metodológico adoptado asegura la
validez y la relevancia de los hallazgos. Esta
revisión sistemática pretende ofrecer un
panorama actualizado que sirva de referencia
para investigadores, docentes y responsables
de políticas educativas interesados en integrar
metodologías activas y neuroaprendizaje en
programas de formación docente. Con ello, se
busca contribuir al avance de la ciencia
educativa y promover prácticas pedagógicas
más efectivas, inclusivas y basadas en la
evidencia (Gutiérrez et al., 2023; Brito et al.,
2024).
Resultados y Discusión
El análisis bibliográfico permitió reunir un
total de 48 estudios publicados entre los años
2020 y 2025 que abordan la relación entre
metodologías activas y neuroaprendizaje en la
formación docente. Se observó que el mayor
número de publicaciones proviene de Europa y
América Latina, destacándose países como
España, México, Brasil, Ecuador y Chile,
donde las universidades han mostrado un
creciente interés en integrar estas perspectivas
en sus programas de formación (Gutiérrez et
al., 2023; Navarro et al., 2023). Dentro de este
conjunto, se identificaron trabajos con
enfoques cualitativos, cuantitativos y mixtos,
siendo los primeros los más frecuentes, aunque
las investigaciones con datos empíricos
también han incrementado su presencia en los
últimos tres años.
Tabla 1. Síntesis de hallazgos principales
sobre metodologías activas y neuroaprendizaje
en formación docente (20202025)
Categoría
Principales hallazgos
Autores relevantes
Países con mayor
producción
España, México, Brasil, Ecuador,
Chile
Gutiérrez-Santiuste et
al. (2023)
Metodologías activas
predominantes
Aprendizaje basado en proyectos,
aula invertida, aprendizaje
cooperativo, gamificación
Brito et al. (2024)
Principios de
neuroaprendizaje
aplicados
Plasticidad cerebral, motivación,
memoria, regulación emocional
Tokuhama-Espinosa
(2021); González et
al. (2023)
Impactos en la
formación docente
Mejora de competencias didácticas,
autorregulación, uso de TIC,
estrategias inclusivas
Céspedes & Vargas
(2022)
Principales retos
Falta de formación neuroeducativa,
recursos limitados, ausencia de
estudios longitudinales
Rojas et al. (2024)
Recomendaciones para
futuras investigaciones
Diseñar programas integrados,
capacitar en neurociencia, evaluar
impacto en contextos diversos
Fernández-Batanero
et al. (2024)
Fuente: elaboración propia.
Estos estudios han coincidido en que la
incorporación de metodologías activas
vinculadas a fundamentos neurocientíficos
produce mejoras significativas en el
desempeño docente y en la calidad de los
procesos de enseñanza-aprendizaje. De este
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modo, la evidencia confirma que la integración
de estos enfoques no solo es una tendencia en
crecimiento, sino también una necesidad para
responder a las demandas actuales de la
educación superior. En cuanto a las
metodologías activas más estudiadas, el
análisis reveló que cuatro enfoques concentran
la mayoría de las publicaciones: el aprendizaje
basado en proyectos, el aula invertida, el
aprendizaje cooperativo y la gamificación.
Estas estrategias fueron identificadas en más
del 70 % de los artículos analizados y se
destacaron por su capacidad para fomentar la
participación activa, el pensamiento crítico y la
autonomía en los estudiantes (Brito et al.,
2024; Fernández et al., 2024). En particular, el
aula invertida se asoció con un mayor uso de
tecnologías digitales y recursos multimedia,
mientras que la gamificación demostró ser
eficaz para incrementar la motivación
intrínseca de los estudiantes y mantener la
atención. Los hallazgos muestran que estas
metodologías, cuando se integran de manera
planificada y contextualizada, fortalecen las
competencias pedagógicas del futuro docente.
Así, el uso de estas estrategias se posiciona
como un componente esencial para la
innovación educativa en instituciones
formadoras.
En relación con el neuroaprendizaje, los
estudios revisados indican que la incorporación
de principios neurocientíficos amplifica el
impacto de las metodologías activas en la
formación docente. Se encontró que
comprender aspectos como la plasticidad
cerebral, la memoria, la motivación y la
regulación emocional permite diseñar
experiencias de aprendizaje más
personalizadas y significativas (Tokuhama,
2021; González et al., 2023). Las
investigaciones coinciden en que un docente
con formación en neuroeducación es capaz de
adaptar las estrategias a los diferentes estilos
de aprendizaje y necesidades de sus
estudiantes, logrando entornos más inclusivos
y efectivos. Asimismo, se destaca que estas
prácticas ayudan a prevenir el uso de
neuromitos, un problema identificado en varios
contextos educativos. Estos resultados
refuerzan la importancia de integrar la
neurociencia en la formación inicial y continua
de los docentes como un componente
transversal.
La integración de metodologías activas y
neuroaprendizaje mostró efectos positivos en
múltiples dimensiones de la práctica docente,
especialmente en el desarrollo de competencias
para la planificación, gestión de aula, uso de
tecnologías y estrategias inclusivas. Los
estudios revisados evidencian que los
programas que combinan ambas perspectivas
fomentan la reflexión crítica, la autonomía y el
compromiso del estudiante, elementos
esenciales para el éxito en entornos educativos
cambiantes (Céspedes y Vargas, 2022).
Asimismo, los hallazgos señalan que estas
estrategias promueven la metacognición,
permitiendo que los futuros docentes sean más
conscientes de sus propios procesos de
aprendizaje y puedan transferir estas
habilidades a sus estudiantes. En este sentido,
la integración de estos enfoques no solo
impacta el nivel individual del docente, sino
que también genera cambios institucionales
orientados hacia la innovación educativa. Este
escenario demuestra que la combinación de
pedagogía activa y bases neurocientíficas tiene
un potencial transformador en la enseñanza.
La revisión también evidenció retos
significativos que deben ser considerados.
Entre los más mencionados se encuentran la
falta de formación específica en
neuroeducación para muchos docentes, las
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limitaciones en infraestructura tecnológica en
algunas instituciones y la escasez de
programas estandarizados que integren
metodologías activas con fundamentos
neurocientíficos (Rojas et al., 2024).
Asimismo, se observó que existe una
variabilidad en la calidad metodológica de los
estudios, lo que dificulta establecer
conclusiones universales. Algunos trabajos
advierten sobre la necesidad de realizar
investigaciones longitudinales que evalúen el
impacto sostenido de estas estrategias, así
como estudios que incluyan muestras más
amplias y contextos diversos. Estas
limitaciones no disminuyen la relevancia de
los hallazgos, pero señalan áreas que
requieren atención prioritaria para fortalecer la
evidencia disponible y garantizar la eficacia de
estas prácticas.
Los resultados permitieron identificar líneas de
investigación futuras que podrían enriquecer
este campo de estudio. Se recomienda el
desarrollo de estudios experimentales y cuasi-
experimentales que evalúen la efectividad de
integrar metodologías activas y
neuroaprendizaje en distintos niveles
educativos, especialmente en la formación
inicial docente. También se sugiere promover
investigaciones interdisciplinarias que vinculen
pedagogía, psicología, neurociencia y
tecnología para diseñar programas formativos
más completos y adaptables (Gutiérrez et al.,
2023; Brito et al., 2024). Otra nea relevante
es la creación de repositorios y redes
académicas que sistematicen buenas prácticas,
permitiendo el intercambio y la replicación de
experiencias exitosas en contextos diversos.
Estas proyecciones constituyen una base para
orientar políticas y estrategias institucionales
en educación superior, fortaleciendo la calidad
y la pertinencia de la formación docente. Los
resultados obtenidos evidencian que la
integración de metodologías activas y
neuroaprendizaje en la formación docente es
un campo en expansión, con un notable
crecimiento de publicaciones entre 2020 y
2025. Este hallazgo coincide con lo planteado
por Gutiérrez et al. (2023), quienes resaltan la
necesidad de programas de formación que
respondan a las demandas de innovación y
calidad educativa. La concentración de
estudios en países como España, México y
Brasil sugiere que las instituciones de
educación superior en estas regiones están
liderando procesos de modernización
pedagógica y científica, lo que puede estar
vinculado con políticas educativas y recursos
institucionales más sólidos. Esta concentración
también refleja una tendencia global a priorizar
enfoques centrados en el estudiante y
respaldados por evidencia neurocientífica para
mejorar el aprendizaje y la enseñanza. Sin
embargo, se observa una menor representación
en países con menor inversión en investigación
educativa, lo que abre oportunidades para
fortalecer la producción científica en contextos
con menos recursos.
El análisis mostró que las metodologías activas
más utilizadas son el aprendizaje basado en
proyectos, el aula invertida, el aprendizaje
cooperativo y la gamificación. Esta
coincidencia con estudios previos (Brito et al.,
2024; Fernández et al., 2024) confirma que
estos enfoques poseen un alto potencial para
promover la participación y la motivación en
estudiantes de pedagogía. La gamificación, en
particular, evidencia un impacto significativo
en la motivación intrínseca y el compromiso,
lo que concuerda con teorías recientes sobre la
relación entre emoción y aprendizaje
(Tokuhama, 2021). No obstante, la literatura
señala que la efectividad de estas estrategias
depende en gran medida de la capacitación
docente, del contexto y de la disponibilidad de
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recursos digitales. Por ello, las instituciones
formadoras deben considerar programas
sistemáticos de desarrollo profesional que
permitan el dominio de estas metodologías.
En relación con el neuroaprendizaje, los
estudios revisados confirman que comprender
procesos cerebrales como la memoria, la
plasticidad y la regulación emocional permite
diseñar experiencias educativas más
significativas y personalizadas (González et
al., 2023). Estos hallazgos son consistentes con
investigaciones de Tokuhama (2021), que
resaltan la importancia de incorporar evidencia
neurocientífica en la práctica educativa para
evitar neuromitos y fortalecer la toma de
decisiones pedagógicas. La discusión destaca
que, si bien los docentes valoran estas
perspectivas, aún existe desconocimiento sobre
la correcta interpretación de conceptos
neuroeducativos, lo que puede llevar a
prácticas poco fundamentadas. Esta brecha
formativa sugiere la necesidad de integrar
módulos de neuroeducación en los planes de
estudio de las carreras pedagógicas,
acompañados de recursos claros y aplicados.
La integración de metodologías activas y
neuroaprendizaje no solo impacta el nivel
individual, sino también la cultura
institucional. Los estudios muestran que
cuando las universidades fomentan estos
enfoques, se generan cambios positivos en la
planificación curricular, en la evaluación
formativa y en el uso de tecnología educativa
(Céspedes y Vargas, 2022). Esto confirma que
la formación docente debe concebirse como un
proceso integral que articula teoría, práctica y
evidencia científica. Asimismo, se destaca que
estos enfoques contribuyen a desarrollar
docentes reflexivos y autónomos, capaces de
liderar procesos de innovación educativa. Sin
embargo, algunos trabajos señalan que el
impacto de estas estrategias aún no se mide de
manera sistemática, lo que limita la
generalización de los resultados y evidencia la
necesidad de estudios longitudinales y
comparativos.
La discusión también resalta desafíos clave,
como la falta de formación específica en
neurociencia aplicada a la educación, la
variabilidad en la calidad metodológica de los
estudios y las limitaciones en infraestructura
tecnológica (Rojas et al., 2024). Estas barreras
pueden restringir la implementación efectiva
de estas estrategias en ciertos contextos,
especialmente en instituciones con menores
recursos. Además, los hallazgos sugieren que
el éxito de estas prácticas está condicionado
por factores culturales y socioeconómicos, lo
que obliga a los responsables educativos a
diseñar políticas inclusivas y adaptadas a cada
realidad. Esta diversidad de condiciones
plantea la necesidad de programas flexibles
que puedan responder a las particularidades de
cada contexto educativo sin perder rigor
científico. Los resultados permiten plantear
proyecciones futuras que fortalecen la línea de
investigación. Se recomienda ampliar las
investigaciones con diseños experimentales y
mixtos, profundizar en la relación entre
emoción, cognición y aprendizaje y evaluar el
impacto de las metodologías activas y
neuroaprendizaje en distintas etapas de la
formación docente (Gutiérrez et al., 2023;
Brito et al., 2024). Asimismo, la discusión
destaca la importancia de integrar la tecnología
educativa como mediador entre teoría y
práctica, lo que podría potenciar aún más los
resultados observados. Estos hallazgos no solo
enriquecen el debate académico, sino que
ofrecen orientaciones concretas para las
instituciones educativas y los responsables de
políticas, consolidando la pertinencia y
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viabilidad de estos enfoques en la educación
superior.
Conclusiones
Los hallazgos de esta revisión sistemática
permiten afirmar que la integración de
metodologías activas y principios de
neuroaprendizaje constituye una estrategia
fundamental para fortalecer la formación
inicial y continua del profesional docente. El
análisis de la literatura evidenció que estas
estrategias favorecen la participación, la
motivación y el aprendizaje significativo, al
colocar al estudiante en el centro del proceso y
considerar los mecanismos cerebrales que
intervienen en la adquisición del conocimiento.
Asimismo, se identificó que las universidades
y centros formadores que incorporan estas
perspectivas tienden a mejorar la calidad
educativa, pues generan docentes más
reflexivos, críticos y capaces de liderar
procesos de innovación. La información
recopilada ratifica que la docencia
contemporánea requiere enfoques pedagógicos
que articulen teoría, práctica y evidencia
científica. Por ello, esta revisión ofrece un
sustento sólido para que las instituciones
educativas prioricen estos modelos dentro de
sus planes formativos.
En segundo lugar, se constató que las
metodologías activas más recurrentes, como el
aprendizaje basado en proyectos, el aula
invertida, el aprendizaje cooperativo y la
gamificación, han mostrado resultados
positivos en diversos contextos de formación
docente. Estas estrategias promueven el
desarrollo de competencias clave, como el
trabajo en equipo, la resolución de problemas,
la autonomía y la creatividad, elementos que
son esenciales para el ejercicio profesional. A
su vez, estas metodologías fomentan entornos
de aprendizaje más dinámicos e inclusivos,
donde los futuros educadores pueden
experimentar y reflexionar sobre sus prácticas.
La revisión evidenció que estas estrategias no
solo potencian el rendimiento académico, sino
que también fortalecen la confianza y el
compromiso de los estudiantes con su
formación. Estos hallazgos ratifican que los
modelos tradicionales, centrados únicamente
en la transmisión de contenidos, resultan
insuficientes frente a los retos actuales.
En cuanto al neuroaprendizaje, los resultados
confirman que comprender cómo funciona el
cerebro, cómo se consolidan las memorias y
cómo influyen las emociones en el aprendizaje
es clave para transformar las prácticas
pedagógicas. Los docentes que adquieren
conocimientos neurocientíficos pueden diseñar
experiencias más personalizadas, adecuadas a
diferentes estilos de aprendizaje y necesidades.
Esta perspectiva permite superar limitaciones
de los enfoques homogéneos y ofrece
estrategias basadas en evidencia que mejoran
la atención, la retención y la motivación del
estudiante. La revisión también mostró que la
neuroeducación previene el uso de neuromitos
y favorece una práctica docente más consciente
y fundamentada. Este aspecto es crucial en la
formación inicial, donde se consolidan las
bases para el ejercicio profesional.
No obstante, los resultados también revelan
desafíos importantes que deben atenderse para
optimizar la integración de estas estrategias.
Entre ellos destacan la falta de formación
especializada en neurociencia aplicada a la
educación, las brechas en recursos
tecnológicos y la necesidad de programas de
capacitación continua. Asimismo, se
identificaron limitaciones en la investigación
existente, como la ausencia de estudios
longitudinales y la variabilidad en la calidad
metodológica. Estas limitaciones no
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desmeritan los avances encontrados, pero
señalan la urgencia de invertir en formación
docente y en investigación educativa más
sólida y diversificada. En este sentido, el
compromiso institucional y las políticas
educativas son determinantes para cerrar estas
brechas y asegurar que estas prácticas sean
sostenibles y efectivas.
Además, la revisión resalta que la tecnología
juega un papel cada vez más relevante en la
implementación de metodologías activas y
neuroaprendizaje. El uso de plataformas
virtuales, simuladores y recursos interactivos
potencia la motivación y facilita experiencias
personalizadas, lo que es especialmente útil en
escenarios híbridos y a distancia. Sin embargo,
el aprovechamiento de estas herramientas
requiere docentes capacitados no solo en su
manejo técnico, sino en su aplicación
pedagógica. De este modo, la formación
docente debe contemplar la competencia
digital como un eje transversal. Esta
consideración es fundamental para garantizar
que la enseñanza responda a las demandas de
una sociedad globalizada y digital.
Esta revisión aporta una visión integral del
estado actual de la investigación sobre
metodologías activas y neuroaprendizaje en la
formación docente. Las evidencias reunidas
demuestran que la combinación de estos
enfoques no solo es viable, sino necesaria para
mejorar la calidad educativa. Los hallazgos
invitan a repensar los modelos tradicionales y a
avanzar hacia prácticas más inclusivas,
dinámicas y basadas en la evidencia.
Asimismo, ofrecen insumos valiosos para la
planificación de políticas y programas de
formación inicial y continua, orientados a
preparar docentes capaces de liderar y
transformar sus contextos educativos. Este
trabajo, en consecuencia, se presenta como una
guía para futuras investigaciones y un llamado
a las instituciones a consolidar una docencia
innovadora, flexible y centrada en el
aprendizaje.
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