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En los resultados obtenidos en esta
investigación muestran una frecuencia media en
la práctica de juegos recreativos durante las
clases de Educación Física en séptimo grado de
EGB, con una mediana de 4 en una escala de
Likert. Aunque este valor indica una práctica
constante, no refleja un uso intensivo ni
sistemático de los juegos recreativos, limitando
el potencial educativo y motriz que estas
actividades pueden ofrecer. Este hallazgo se
relaciona directamente con lo planteado por
(Gómez, 2022), quien advierte sobre los riesgos
de una enseñanza motriz descontextualizada,
basada únicamente en la repetición técnica, sin
un enfoque lúdico, significativo ni intercultural.
En este sentido, integrar juegos recreativos con
un enfoque pedagógico consciente podría
enriquecer el aprendizaje y favorecer valores
como la cooperación, el respeto y la inclusión.
Al analizar las habilidades motrices básicas más
desarrolladas, se observa que correr y saltar con
cuerda son las más practicadas por los
estudiantes, ambas con una mediana de 4 (casi
siempre) y (muy bueno) respectivamente,
mientras que el lanzamiento se encuentra en un
nivel medio (mediana de 3).
Este patrón sugiere que las actividades
recreativas implementadas antes del estudio
priorizan las habilidades locomotoras, dejando
en segundo plano las manipulativas. Esta
tendencia coincide con lo reportado por
(Quiterio et al., 2024), quien evidencia una
distribución diversa en los niveles de desarrollo
de las habilidades motrices locomotoras, no
locomotoras y manipulativas, mediante la
presencia de niveles de desarrollo variados
(insuficiente, aceptable, bueno y sobresaliente).
Esto, por un lado, permite identificar áreas de
mejora y resalta la necesidad de una
planificación estructurada y equilibrada que
atienda todas las dimensiones del desarrollo
motor, así como a las necesidades individuales.
En cuanto al análisis de correlación de
Spearman, se identificó un coeficiente de 0,234,
que indica una relación positiva baja entre la
práctica de juegos recreativos en las habilidades
motrices básicas. Aunque el valor es bajo, el
resultado es estadísticamente significativo (p =
0,0261), lo que permite rechazar la hipótesis
nula y afirmar que los juegos recreativos sí
inciden, en el desarrollo de dichas habilidades.
Este hallazgo está alineado con lo señalado por
(Carranza et al., 2024), quienes demuestran con
evidencia estadística (prueba t de Student) que
los juegos tradicionales (en su caso) tienen un
impacto positivo y significativo en la
motricidad gruesa, especialmente en niños
pequeños de 4 a 5 años. De esta manera, aunque
el contexto, habilidad y población de nuestra
investigación son diferentes, los resultados
reafirman la validez pedagógica de las
actividades recreativas en el fortalecimiento de
las capacidades físicas básicas.
Asimismo, los datos de esta investigación
concuerdan con los resultados de (Prieto,
2024),quien evidenció mejoras progresivas en
la coordinación, la puntería y la cooperación de
los estudiantes a lo largo de la intervención con
juegos tradicionales. En su caso, incluso con un
número reducido de sesiones, se identificaron
progresos motrices significativos, algo que
refuerza la importancia de la práctica continua
y variada para consolidar aprendizajes motores.
Ahora bien, aunque no fue un objetivo principal
de esta investigación, se resalta que los juegos
recreativos no solo contribuyen en una mejora
habilidades físicas, a su vez también favorecen
aspectos sociales y motivacionales, como la
socialización, el trabajo en equipo y la
percepción positiva hacia el aprendizaje. Este
aspecto sí fue tomado en cuenta por Gómez
(2022), quien, en su propuesta multicultural,
destaca que se pueden desarrollar valores como
el respeto, la cooperación, la equidad y la